LLAMA, pues, algún defensor tuyo, si es que hay quien te responda, y vuelve tu vista a alguno de los santos. 2 Verdaderamente que al necio le mata la cólera, y al apocado le quita la vida la envidia. 3 Yo vi al necio bien arraigado; pero al instante maldije su aparente lozanía. 4 Estarán sus hijos muy lejos de la salud, o felicidad, y serán hollados en las puertas, sin que haya quien los defienda ni ampare. 5 Sus mieses las devorará un hambriento; y gente armada echará mano de él, y se le llevará cautivo, y hombres sedientos se sorberán sus riquezas.

6 Ninguna cosa sucede en el mundo sin motivo, que no brotan del suelo los trabajos. 7 Porque el hombre nace para trabajar y padecer, como el ave para volar.

8 Por tanto, yo rogaré al Señor, y enderezaré a Dios mi oración; 9 el cual hace cosas grandes e inescrutables y maravillas sin cuento; 10 que derrama la lluvia sobre la faz de la tierra, y todo lo riega con sus aguas; 11 que ensalza a los humildes, y alienta con prosperidades a los tribulados; 12 que disipa las maquinaciones de los malignos, para que sus manos no puedan completar lo que comenzaron; 13 que prende a los astutos con las mismas redes de ellos, y desvanece los designios de los malvados,

14 de suerte que en pleno día se encontrarán en tinieblas, y a mediodía andarán a tientas como si fuese de noche.

15 Entretanto el Señor salvará al desvalido de la espada de sus lenguas, y al pobre de las manos del hombre violento. 16 No, no quedará frustrada la esperanza del mendigo, y los inicuos no osarán despegar sus labios.

17 Dichoso el hombre a quien el mismo Dios corrige; no desprecies, pues, la corrección del Señor.

18 Porque él mismo hace la llaga y la sana; hiere, y cura con sus manos. 19 A las seis tribulaciones te libertará, y a la séptima ya no tocará el mal. 20 El te salvará de la muerte en tiempo de hambre, y en la guerra del golpe de la espada. 21 Estarás a cubierto del azote de lenguas malignas, y no temerás la calamidad cuando viniere. 22 En medio de la desolación y la carestía general tú te reirás; no temerás las bestias salvajes; 23 antes bien estarán en alianza contigo hasta las piedras de los campos, y las bestias fieras del país serán para ti mansas, 24 y verás reinar la paz y abundancia en tu morada; y no cometerás falta en el gobierno de tu dichosa casa. 25 Verás también multiplicarse tu linaje, y crecer tu descendencia como la hierba del prado. 26 En fin, lleno de años entrarás en el sepulcro; al modo que el montón de trigo se recoge en las trojes a su debido tiempo. 27 Mira que lo que acabamos de exponerte es así como lo decimos; reflexiónalo, pues, y medítalo para contigo mismo.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas