OYE, pues, oh Job, mis palabras, y está atento a todas mis palabras. 2 He aquí que abro mi boca; formará la lengua palabras en mi garganta. 3 Mis discursos saldrán de un corazón sencillo, y mis labios proferirán sentimientos de verdad. 4 El espíritu de Dios me creó, y el soplo del Omnipotente me dio la vida. 5 Respóndeme, pues, si puedes; y opón tus razones a las mías. 6 Bien sabes que Dios me creó a mí así como a ti, y que fui yo formado del mismo barro que tú; 7 y así que no verás en mí cosa maravillosa que te espante; ni te será molesta mi elocuen-cia.

8 Ahora bien, tú has dicho oyéndolo yo, y yo mismo percibí estas palabras tuyas: 9 Yo soy limpio, y sin culpa; inocente, y no hay en mí iniquidad. 10 Pero porque ha hallado pretexto contra mí, por eso me ha mirado como a enemigo suyo. 11 Ha puesto mis pies en un cepo, y estuvo observando todos mis pasos. 12 En esto, oh Job, no te has mostrado justo; yo te responderé que Dios es mayor que el hombre. 13 ¿Y quieres tú entrar en contienda con él, porque no ha respondido a todas tus palabras? 14 Dios habla una vez, y no vuelve a repetir una misma cosa. 15 Entre sueños, con visiones nocturnas, cuando los hombres rendidos del sueño están descansando en sus camas, 16 entonces les abre Dios los oídos, y los instruye y corrige, 17 para retraer a cada uno del mal que hace, y librarle de la soberbia, 18 salvando su alma de la corrupción y su vida del filo de la espada. 19 Asimismo le corrige con dolores en el lecho, y hace que se le sequen todos sus huesos.

20 En tal estado le causa horror el mismo pan o alimento, y el manjar antes sabroso a su apetito. 21 Se va consumiendo su carne; y los huesos, antes bien cubiertos, aparecen desnudos. 22 Está él para expirar, y desahuciada su vida. 23 Si entonces algún ángel escogido entre millares instruye a este hombre, y le hace conocer sus obligaciones, 24 Dios se apiadará de él y dirá: Líbralo, para que no descienda a la corrupción del sepulcro; he hallado motivo para perdonarle. 25 Su carne ha sido consumida con las penas; que vuelva como estaba en los días de su mocedad. 26 Implorará el hombre la misericordia de Dios; el cual se aplacará, y le mirará con su rostro alegre, y le restituirá su justicia. 27 El, vuelto a los demás hombres, dirá: Pequé, y verdaderamente fui prevaricador, y no fui castigado según merecía. 28 Con eso salvó su alma de caer en la muerte, y vivirá, y gozará de la luz.

29 Así es que Dios obra todas estas cosas tres y más veces con cada uno, 30 para retirar sus almas de la corrupción del pecado, y alumbrarlas con la luz de los vivientes. 31 Atiende, oh Job, y escúchame, y calla mientras yo hablo; 32 que si tienes algo que replicar, propónmelo, dilo libremente; pues yo deseo que aparezcas justo. 33 Mas si nada tienes que responder, escúchame, guarda silencio, y aprenderás de mí la sabiduría.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas