CÁNTICO y Salmo de Asaph. 2 ¡Oh Dios! ¿Quién hay semejante a ti? No estés así en silencio; no te contengas, Dios mío. 3 Ya ves cuánto ruido meten tus enemigos, y cómo andan con la cabeza erguida los que te aborrecen. 4 Urdieron contra tu pueblo malvados designios, y han maquinado contra tus santos. 5 Venid, dijeron, y borremos esa gente de la lista de las naciones, y no quede más memoria del nombre de Israel. 6 Por este motivo todos unánimes se han coligado; a una se han confederado contra ti 7 los pabellones de los idumeos y los ismaelitas, Moab y los agarenos, 8 Gebal, y Amón, y Amalec, los filisteos con los tirios. 9 Se unió también con ellos el asirio, y lo hizo auxiliador de los hijos de Lot.

10 Pero tú, Señor, haz con ellos lo que con los madianitas y con Sísara, lo mismo que con Jabín en el torrente de Cisón.

11 Perecieron ellos en Endor; vinieron a parar en ser estiércol para la tierra. 12 Trata a sus caudillos como a Oreb y Zeb, y como a Zebee y a Salmana, a todos sus príncipes,

13 los cuales han dicho: Apoderémonos del santuario de Dios como heredad que nos pertenece. 14 Agítalos, ¡oh Dios mío!, como a una rueda, o como la hojarasca al soplo del viento; 15 como fuego que abrasa una selva, cual llama que devora los montes, 16 así los perseguirás con el soplo de tu tempestad, y en medio de tu ira los aterrarás. 17 Cubre sus rostros de ignominia; que así, ¡oh Señor!, reconocerán tu Nombre. 18 Que se avergüencen, y sean conturbados para siempre; queden corridos, y perezcan. 19 Y conozcan que te es propio el nombre del Señor, y que sólo tú eres el Altísimo en toda la tierra.
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