PARA el fin: Salmo de David. 2 Líbrame, ¡oh Señor!, del hombre malvado, líbrame del hombre perverso. 3 Aquellos que maquinaban mil iniquidades en su interior, todo el día están armándome contiendas. 4 Se aguzaron sus lenguas viperinas; veneno de áspides es lo que tienen debajo de ellas.

5 Defiéndeme, Señor, de las manos del pecador; y líbrame de los hombres inicuos, que intentan dar conmigo en tierra. 6 Un lazo oculto me armaron los soberbios; extendieron sus redes para sorprenderme; me pusieron tropiezos junto al camino.

7 Mas yo dije al Señor: Tú eres mi Dios, escucha, ¡oh Señor! mi humilde súplica. 8 ¡Señor, Señor!, de cuya fortaleza depende mi salvación, tú pusiste a cubierto mi cabeza el día del combate. 9 No me entregues, Señor, contra mi deseo en manos del pecador. Han maquinado los impíos contra mí; no me desampares tú, no sea que triunfen. 10 El resultado principal de sus artificios o enredos, toda la malignidad de sus labios vendrá a descargar contra ellos mismos. 11 Caerán sobre ellos ascuas, rayos del cielo o carbones encendidos; tú los precipitarás en el fuego, y perecerán abrumados por los desastres. 12 El hombre charlatán no perdurará en la tierra; el hombre injusto no espere sino un fin desdichado. 13 Yo sé de cierto que el Señor tomará a su cargo la causa del desvalido y la venganza de los pobres. 14 Y así los justos glorificarán eternamente tu santo Nombre, y los hombres rectos gozarán de la vista de tu divina presencia.
Pater
Filius
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