PARA el fin: no destruyas a tu siervo. Salmo de David para inscribirse en una columna, cuando huyendo de Saúl se retiró en una cueva. 2 Ten piedad de mí. ¡Dios mío!, apiádate de mí; ya que mi alma tiene puesta en ti su confianza. A la sombra de tus alas esperaré, hasta que pase la iniquidad. 3 Clamaré a Dios altísimo, a Dios que tanto bien me ha hecho. 4 Envió desde el cielo a librarme; cubrió de oprobio a los que me traían entre pies. Envió Dios su misericordia y su verdad, 5 y sacó mi alma de entre fuertes leones; lleno de turbación me quedé como adormecido. Porque rejones y flechas son los dientes de los hijos de los hombres, y su lengua tajante espada. 6 ¡Oh Dios mío!, ensálzate tú mismo sobre los cielos, y haz brillar tu gloria por toda la tierra. 7 Armado habían ellos un lazo a mis pies, y tenían acobardado mi espíritu. Abrieron delante de mí un hoyo; mas ellos cayeron en él. 8 Mi corazón, ¡oh Dios!, está pronto; dispuesto está mi corazón; yo cantaré y entonaré salmos. 9 Ea, levántate, gloria mía, apresúrate, ¡oh salterio y cítara! Yo me levantaré al rayar el alba.

10 Te alabaré, oh Señor, en medio de los pueblos, y te cantaré himnos entre las naciones; 11 porque hasta los cielos ha sido ensalzada tu misericordia, y hasta las nubes tu verdad. 12 ¡Oh Dios mío!, ensálzate tú mismo sobre los cielos, y tu gloria por toda la tierra.
Pater
Filius
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