ALMO de David: De los hijos de Jonadab, y de los primeros cautivos. En ti, ¡oh Señor!, tengo puesta mi esperanza; no sea yo para siempre confundido.
Líbrame por tu justicia, y sácame del peligro. Presta oídos a mis súplicas, y sálvame.
Sé para mí un Dios protector, y un seguro asilo para ponerme a salvo, ya que tú eres mi fortaleza y mi refugio.
Dios mío, líbrame de las manos del pecador, y de las manos del transgresor de la ley, y del inicuo;
pues tú eres Señor, la expectación mía, tú ¡oh Señor! mi esperanza desde mi juventud.
En ti me he apoyado desde el vientre de mi madre, desde cuando estaba en sus entrañas eres tú mi protector. Tú eres siempre el asunto de mis cánticos.
Como una especie de prodigio, así soy mirado por muchos; mas tú eres un poderoso defensor.
Llénese de loores mi boca, para cantar todo el día tu gloria y la grandeza tuya.
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No me abandones en el tiempo de la vejez; cuando me faltaren las fuerzas no me desampares.
Pues mis enemigos prorrumpen en dicterios contra mí, y se han juntado en consejo los que estaban asechando mi vida,
diciendo: Dios le ha desamparado; corred tras él, y prendedle, que ya no hay quien lo liberte.
¡Oh Dios! no te alejes de mí. Acude, Dios mío, a socorrerme.
Corridos queden y perezcan los que me calumnian; cubiertos sean de confusión y vergüenza los que procuran mi daño.
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Por mi parte no cesaré, ¡oh Señor!, de esperar en ti; y añadiré siempre nuevas alabanzas.
Mi boca predicará tu justicia todo el día, y la salud que de ti viene. Como yo no entiendo de literatura o sabiduría mundana,
me internaré en la consideración de las obras del Señor; de tu justicia, ¡oh Señor!, haré yo memoria.
Tú, ¡oh Dios!, fuiste mi maestro desde mi tierna edad; y yo publicaré tus maravillas que he experimentado hasta ahora.
Y tú, ¡oh Dios!, en mi vejez no me desampares, a fin de que anuncie el poder de tu brazo a toda la generación que vendrá;
aquel tu poder y justicia, ¡oh Dios!, más sublimes que los cielos, y aquellas grandes cosas que has hecho. ¡Quién como tú, oh Dios mío!
¡Cuántas y cuán acerbas tribulaciones me has hecho probar! Y vuelto a mí me has hecho revivir, y nuevamente me has sacado de los abismos de la tierra.
Diste a conocer de mil maneras la magnificencia de tu gloria; y vuelto a mí me consolaste.
Por lo que yo también celebraré, al son de instrumentos músicos, la fidelidad tuya en las promesas: Te cantaré salmos con la cítara, ¡oh Dios santo de Israel!
De gozo rebosarán mis labios y el alma mía, que tú redimiste, al cantar tus alabanzas.
Todo el día se empleará mi lengua en hablar de tu justicia; luego que los que procuran mi daño estén llenos de confusión y vergüenza.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas