PARA el fin: Salmo de David. ¡Oh Señor!, sé tú mi juez, puesto que yo he procedido según mi inocencia; y esperando en el Señor no vacilaré. 2 Pruébame, Señor, y sondéame; acrisola el fuego mis afectos y todo mi corazón. 3 Porque tengo misericordia delante de mis ojos, y hallo en tu verdad todas mis complacencias. 4 Nunca he ido a sentarme en las reuniones de gente vana, ni conversé jamás con los que obran la iniquidad.

5 Aborrezco la sociedad de los malignos, y evitaré siempre la comunicación con los impíos. 6 Lavaré mis manos en compañía de los inocentes; y rodearé, Señor, tu altar, 7 para oír las voces, de alabanza y referir todas tus maravillas. 8 Señor, yo he amado el decoro de tu casa, y el lugar donde reside tu gloria. 9 No pierdas, Dios mío, con los impíos mi alma, ni la vida mía con los hombres sanguinarios; 10 en cuyas manos no se ve más que iniquidad, y cuya diestra está toda llena de sobornos. 11 Mas yo he procedido según mi inocencia. Sálvame, Señor, y apiádate de mí. 12 Mis pies se han dirigido siempre por el camino de la rectitud. ¡Oh Señor!, yo cantaré tus alabanzas en las reuniones de tu pueblo.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas