SALMO del mismo David. Juzga, ¡oh Señor!, a los que me dañan; bate a los que pelean contra mí. 2 Armate y alza el escudo, y sal a defenderme. 3 Desenvaina la espada, y cierra con los que me persiguen; dile a mi alma: Yo soy tu salvador . 4 Queden cubiertos de confusión y vergüenza los que atentan contra mi vida. Sean puestos en fuga y en desorden los que maquinan contra mí.

5 Vengan a ser como el polvo que arrebata el viento; y estréchelos el ángel del Señor. 6 Sea su camino tenebroso y resbaladizo, y el ángel del Señor vaya persiguiéndolos; 7 ya que sin causa me armaron ocultamente el lazo de muerte, y ultrajaron injustamente mi alma. 8 Caiga mi enemigo en un lazo impensado, y caiga en la trampa que él puso en celada, y quede cogido en su mismo lazo. 9 Entretanto mi alma se regocijará en el Señor, y se deleitará en su salvador . 10 De todas las coyunturas de mis huesos saldrán voces que digan: ¡Oh Señor!, ¿quién hay semejante a ti, que libras al desvalido de las manos de los que pueden más que él, al necesitado y al pobre de los que lo despojan? 11 Levantándose testigos falsos, me interrogaban de cosas que yo ignoraba. 12 Me devolvían males por bienes, procurando quitarme la vida. 13 Pero yo mientras ellos me afligían, me cubría de cilicio, humillaba mi alma con el ayuno, no cesando de orar en mi corazón. 14 Con el amor que a un íntimo amigo, y como a un hermano mío, así los trataba; como quien está de luto y en tristeza, así me humillaba. 15 Mas ellos hacían fiesta, y se aunaron contra mí, descargaron sobre mí azotes a porfía, sin saber yo la causa. 16 Quedaron disipados, mas no arrepentidos; me tentaron, me insultaron con escarnio; rechinaron contra mí sus dientes. 17 ¡Oh Señor!, ¿cuándo volverás tus ojos? Libra mi alma de la malignidad de estos hombres, libra de estos leones al alma mía. 18 Yo te glorificaré, en medio de tu pueblo cantaré tus alabanzas. 19 No tengan el placer de triunfar sobre mí mis inicuos contrarios, los que sin causa me aborrecen, y con sus ojos muestran complacencia.

20 Pues conmigo ciertamente hablaban palabras de paz; mas en medio de su indignación, fija en tierra su vista, trazaban engaños. 21 Y abrían contra mí tanta boca, diciendo: ¡Ea, ea!, nuestros ojos lo han visto. 22 ¡Oh, Señor!, tú lo has visto, no guardes más tiempo silencio. Señor, no te alejes de mí. 23 Levántate, y entiende en mi juicio, ocúpate en mi causa, ¡oh mi Dios y Señor mío! 24 Júzgame según tu justicia, ¡oh Señor, mi Dios!, y no triunfen ellos sobre mí. 25 No digan en sus corazones: Albricias, hemos logrado nuestro deseo. Ni digan tampoco: Le hemos devorado. 26 Queden, Señor, todos ellos llenos de confusión y vergüenza, los que se congratulan por mis males. Cubiertos sean de ignominia y sonrojados los que se jactan contra mí. 27 Triunfen y se regocijen los que están a favor de mi justa causa, y digan siempre los que desean la paz de su siervo: Glorificado sea el Señor. 28 Y publicará mi lengua tu justicia, y celebrará todo el día tus alabanzas.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
Comentario
Referencia
Ilustración
Atlas