SALMO de David: para el fin. 2 Oh Dios mío, no calles mi alabanza; porque el hombre inicuo y el traidor han desatado sus lenguas contra mí. 3 Con lengua falaz hablaron contra mí; y con discursos odiosos me han cercado, y me han combatido sin motivo alguno. 4 En vez de amarme, me calumniaban; mas yo oraba. 5 Me volvieron mal por bien y me pagaron con odio el amor que yo les tenía.

6 Sujétale, Señor, al dominio del pecador, y esté el diablo a su derecha. 7 Cuando sea juzgado, salga condenado; y su oración sea un nuevo delito. 8 Acortados sean sus días y ocupe otro su ministerio o puesto.

9 Huérfanos se vean sus hijos, y viuda su mujer. 10 Anden prófugos y mendigos sus hijos, y sean arrojados de sus habitaciones. 11 El usurero dé caza a todos sus bienes, y sea presa de los extraños el fruto de sus fatigas. 12 No halle quien le tenga compasión, ni quien se apiade de sus huérfanos. 13 Sean exterminados todos sus hijos; pasada una sola generación quede ya borrado su nombre. 14 Renuévese en la presencia de Dios la memoria de la iniquidad de sus padres; nunca se borre el pecado de su madre. 15 Estén siempre los delitos de ellos ante los ojos del Señor, y desaparezca de la tierra su memoria, 16 por cuanto no pensó en usar de misericordia, 17 antes bien ha perseguido al hombre desamparado y al mendigo, y al afligido de corazón, para matarle. 18 Amó la maldición, y le caerá encima; y pues no quiso la bendición, ésta se retirará lejos de él. Se vistió de la maldición como un vestido, y penetró ella como agua en sus entrañas, y caló como aceite hasta sus huesos. 19 Sírvale como de túnica con que se cubra, y como de cíngulo con que siempre se ciña.

20 Esto es lo que ganan para con el Señor los que maldicen y maquinan contra mi vida. 21 Pero tú, ¡oh Señor, Señor Dios mío!, ponte de mi parte por amor de tu Nombre; porque suave es tu misericordia. 22 Líbrame, porque soy pobre y necesitado; y turbado está interiormente mi corazón. 23 Como sombra que huye, así voy desapareciendo; y soy sacudido como las langostas. 24 Mis rodillas se han debilitado por el ayuno, y está extenuada mi carne. 25 Estoy hecho el escarnio de ellos; me miran, y meneando sus cabezas me insultan. 26 Ayúdame tú, Señor Dios mío, sálvame según tu misericordia. 27 Y sepan que aquí anda tu mano, y que es cosa, Señor, que tú haces. 28 Ellos me echarán maldiciones, y tú me bendecirás; queden confundidos los que se levantan contra mí; entretanto tu siervo estará lleno de alegría. 29 Cubiertos sean de ignominia mis acusadores, y envueltos en su afrenta como en una doble manta. 30 Mi boca se deshará en acciones de gracias al Señor; y cantaré sus alabanzas en medio de una multitud. 31 Porque se puso a la derecha de este pobre, para salvarle de los que conspiraban contra su vida.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas