PARA el fin: Salmo y cántico de David. 2 Así que lo invoqué, me oyó Dios, que es mi justicia; tú, ¡oh Dios mío!, en mi angustia me ensanchaste el corazón. Apiádate aún de mí, y presta oídos a mi oración. 3 ¡Oh, hijos de los hombres!, ¿hasta cuándo seréis de estúpido corazón?; ¿por qué amáis la vanidad y vais en pos de la mentira? 4 Sabed, pues, que es el Señor quien ha hecho admirable su Santo: el Señor me oirá siempre que clamare a él. 5 Enojaos, y no queráis pecar más; compungíos en el retiro de vuestros lechos de las cosas que andáis meditando en vuestros corazones.

6 Ofreced sacrificios de justicia, y confiad en el Señor. Dicen muchos: ¿Quién nos hará ver los bienes que se nos prometen? 7 Impresa está, Señor, sobre nosotros la luz de tu rostro: tú has infundido la alegría en mi corazón. 8 Ellos están bien abastecidos y alegres con la abundancia de su trigo, vino y aceite. 9 Mas yo, Dios mío, dormiré en paz, y descansaré en tus promesas: 10 Porque tú, ¡Oh Señor!, sólo tú has asegurado mi esperanza.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas