IJO mío, ¡oh si recibieseis mis consejos y depositases mis mandamientos en tu corazón!
Para que tus oídos estén siempre atentos a la voz de la sabiduría, aplica tu ánimo al estudio de la prudencia.
Que si tú invocas la sabiduría, y se aficiona tu corazón a la prudencia;
si la buscas con el ardor con que se buscan las riquezas, y la procuras desenterrar como se hace con un tesoro,
entonces aprenderás el temor del Señor y alcanzarás el conocimiento de Dios;
pues el Señor es quien da la sabiduría, y de su boca sale la discreción y la ciencia.
El guarda la vida de los buenos, y es el escudo de los que caminan en la inocencia;
como que es el que defiende las sendas de los justos, y dirige los pasos de los santos.
Entonces entenderás tú la justicia, la rectitud y la equidad, y todos los buenos caminos.
Si entrare la sabiduría en tu corazón, y se complaciere tu alma en la ciencia,
el buen consejo será tu salvaguardia, y la prudencia te conservará,
librándote de todo mal camino y de los hombres de lengua perversa,
de aquellos que abandonan la senda recta, y andan por veredas tenebrosas;
y que se gozan en el mal que han hecho, y hacen gala de su maldad;
cuyos caminos son torcidos, e infames todos sus pasos.
Asimismo la sabiduría te librará de mujer ajena o adúltera; y de la extraña, que usa palabras melosas,
y que abandona al esposo que la guió en su juventud,
y se olvida del contrato hecho en nombre de su Dios; por lo que su casa camina hacia la ruina, y se dirigen sus pasos hacia el infierno.
Todos los que tratan con ella no volverán atrás, ni tornarán a la senda de la vida.
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Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas