IJO, no defraudes al pobre de su limosna; y no vuelvas a otra parte tus ojos por no verlo.
No desprecies al que padece hambre, ni exasperes al pobre en su necesidad.
No aflijas al corazón del desvalido, ni dilates el socorro al que se halla angustiado.
No deseches el ruego del atribulado ni tuerzas tu rostro al menesteroso.
No apartes desdeñosamente tus ojos del mendigo, irritándolo; ni des ocasión a los que te piden de que maldigan por detrás.
Porque escuchada será de Dios la imprecación del que te maldijere en la amargura de su alma; y lo oirá su creador.
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Muéstrate afable a la turba de los pobres, y humilla tu corazón al anciano, y baja tu cabeza delante de los grandes.
Inclina sin desdén tu oído al pobre, y paga tu deuda, y respóndele con benignidad y mansedumbre.
Libra de la mano del soberano al que sufre de injuria y no se te haga esto gravoso.
En juzgar sé misericordioso con los huérfanos, portándote como padre y como esposo de su pobre madre.
Y serás tú como un hijo obediente al altísimo, y este Señor será para contigo más compasivo que una madre.
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La sabiduría infunde vida a sus hijos, y acoge a los que buscan y va delante de ellos en el camino de la justicia;
y así quien la ama ama la vida; y los que solícitos la buscaren, gozarán su suavidad.
Los que la poseyeren, heredarán la vida eterna; y donde ella entrare, allí echará Dios su bendición.
Los que la sirven, rinden obsequio al Santo por esencia y Dios ama a los que la aman.
Quien la escucha, juzgará las naciones; y quien tiene fijos en ella los ojos reposará seguro.
Si en ella pone su confianza, la tendrá por herencia, cuya posesión está confirmada en sus hijos.
Porque la sabiduría anda con él, y lo prueba desde el principio , en medio de las tentaciones.
Para probarlo lo conduce entre temores y sustos y no lo pone en prensa con el rigor de su enseñanza, hasta explorar todos sus pensamientos, y fiarse ya del corazón de él.
Entonces lo afirmará en la virtud, le allanará el camino, lo llenará de alegría,
le descubrirá sus arcanos, y lo enriquecerá con un tesoro de ciencia y de conocimiento de la justicia.
Mas si se desviare, lo desamparará, y lo entregará en poder del pecado, su enemigo.
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Hijo mío, ten cuenta del tiempo, empléalo bien y huye del mal.
No te avergüences de decir la verdad, cuando se trata de tu alma,
porque hay vergüenzas que conducen al pecado y hay también vergüenza que acarrea la gloria y la gracia de Dios.
No tengas, pues, miramiento a nadie, si ha de ser un daño tuyo; ni mientas a costa de tu alma.
No respetes a tu prójimo cuando cae o peca;
repréndelo, y no reprimas tu palabra o aviso, cuando puede ser saludable; no encubras tu sabiduría en ocasión en que debes ostentarla.
Porque la lengua es la que hace conocer la sabiduría; y la prudencia, y la discreción y la ciencia se echan de ver en las palabras del hombre sensato; mas su fuerza consiste en las obras buenas.
Por ningún caso contradigas a la palabra de verdad, y avergüénzate de la mentira en que haz caído por tu ignorancia o temeridad.
No tengas vergüenza de confesar tus pecados; mas no te rindas a nadie para pecar.
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No quieras resistir en su cara al poderoso; no intentes detener el ímpetu de una riada;
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pero por la justicia, pugna hasta el último aliento para bien de tu alma; combate por la justicia hasta la muerte, porque Dios peleará por ti contra tus enemigos, y los arrollará.
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No seas precipitado en hablar, y remiso y negligente en tus obras.
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No seas en tu casa como un león, aterrando a tus domésticos, y oprimiendo a tus súbditos.
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No esté tu mano extendida para recibir y encogida para dar.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas