NTONCES Job, respondiendo al Señor, dijo:
Yo sé que todo lo puedes, y que no se te oculta ningún pensamiento.
¿Quién es aquél, has dicho tú, que envuelve sentencias juiciosas con palabras de ignorante? Por tanto confieso, Señor, que he hablado indiscretamente, y de cosas que sobrepujan infinitamente mi saber.
Mas dígnate escuchar, y yo hablaré con más juicio; te preguntaré, y tú tendrás la bondad de responderme.
Ya, Señor, te conocía de oídas; pero ahora parece que te veo con mis propios ojos.
Por eso yo me acuso a mí mismo, y hago penitencia envuelto en polvo de ceniza.
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Después que el Señor hubo acabado de hablar de aquel modo a Job, dijo a Elifaz temanita: Estoy altamente indignado contra ti y contra tus dos amigos, porque no habéis hablado con rectitud y justicia en mi presencia, como mi siervo Job.
Tomad, pues, siete toros y siete carneros, id a mi siervo Job, y ofrecedlos en holocausto por vosotros. Y Job, siervo mío, hará oración por vosotros, y yo aceptaré su intercesión, para que no se os impute vuestra culpa; ya que no habéis hablado de mí rectamente, como mi siervo Job.
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En consecuencia se fueron Elifaz temanita, y Baldad, suhita, y Sofar naamatita, y ejecutaron cuanto les había mandado el Señor, y el Señor se aplacó en gracia de Job.
Asimismo se movió el Señor a compasión de Job mientras hacía oración por sus amigos, y le volvió el Señor doblados bienes de los que antes poseía.
Vinieron luego a verlo todos sus hermanos y todas sus hermanas, y cuantos antes lo habían conocido y tratado; y comieron con él en su casa, y le dieron muestras de su tierna compasión, consolándolo de todas las tribulaciones que el Señor le había enviado; y le dio cada uno de ellos, a modo de presente, una oveja y un zarcillo de oro.
Y el Señor echó su bendición sobre Job en su último estado, mucho más aún que en el primero. Y llegó a tener catorce mil ovejas, y seis mil camellos, y mil yuntas de bueyes, y mil asnas.
Tuvo también siete hijos y tres hijas.
De las cuales a la primera puso por nombre Día, a la segunda Casia, y a la tercera Cornustibia.
No hubo en toda la tierra mujeres tan hermosas como las hijas de Job; y las hizo su padre entrar a la parte de la herencia como a sus hermanos.
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Después de estas cosas vivió Job ciento cuarenta años, en que vio a sus hijos y nietos hasta la cuarta generación;
y murió ya muy viejo y lleno de días.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas