NTONCES respondió Tobías a su padre, diciendo: Haré, oh padre mío, todo lo que me has mandado.
Mas no sé cómo he de ir a recobrar ese dinero; él no me conoce a mí, ni yo lo conozco a él; ¿qué señas le daré? cuánto más que aún no sé el camino para ir allá.
A lo que su padre le contestó diciendo: Tengo en mi poder el recibo de su mano; así que lo mostrares, te pagará al instante.
Mas ahora anda, y haz diligencia de algún hombre fiel que vaya contigo, pagándole su salario, para que hagas esa cobranza mientras yo vivo todavía.
Saliendo, pues, Tobías de casa, encontró un gallardo joven, que estaba ya con el vestido ceñido, y como a punto de viajar.
Y sin saber que era un ángel de Dios, lo saludó, y dijo: ¿De dónde eres, buen mancebo?
A lo que respondió: De los hijos de Israel. Le replicó Tobías: ¿Sabes el camino que va al país de los medos?
Sí que lo sé, respondió, y muchas veces he andado todos aquellos caminos, y me he hospedado en casa de Gabelo, nuestro hermano, que mora en Ragés, ciudad de los medos, situada en las montañas de Ecbatana.
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Le dijo Tobías: Aguárdame, te ruego, mientras doy aviso de todo esto a mi padre.
Entró, pues, Tobías en casa, y se lo contó todo a su padre. De lo cual admirado el padre, envió a rogarle que entrase en su casa.
Entrado que hubo, saludó a Tobías, diciendo: Sea siempre contigo la alegría.
Respondió Tobías: ¿Qué alegría puedo yo tener viviendo en tinieblas y sin ver la luz del cielo?
Replicó el joven: Buen ánimo, que no tardará Dios en curarte.
Le dijo entonces Tobías: ¿Podrás acaso llevar a mi hijo a casa de Gabelo en Ragés, ciudad de los medos? Yo te pagaré tu salario a la vuelta.
Respondió el ángel: Yo lo llevaré, y te lo volveré a traer acá.
Le replicó Tobías: Dime, te ruego, ¿de qué familia y tribu eres tú?
Y le dijo el ángel Rafael: ¿Buscas tú el linaje del jornalero, o la persona del jornalero que vaya con tu hijo?
Mas por no ponerte en cuidado, yo soy Azarías, hijo de Ananías el grande.
Respondió Tobías: Tú eres de una gran familia. Te ruego que no te ofendas de que haya querido saber tu linaje.
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Le dijo el ángel: Yo llevaré sano a tu hijo, y sano te lo restituiré.
Y tomando la palabra Tobías, dijo: Id en buena hora, y Dios os asista en vuestro viaje, y su ángel os acompañe.
Con esto, prevenido todo lo necesario para el viaje, se despidió Tobías de su padre y de su madre, y echaron a andar los dos juntos.
Apenas partieron cuando comenzó su madre a llorar, y decir: Nos has quitado y enviado lejos de nosotros el báculo de nuestra vejez.
Ojalá que nunca hubiera habitado en el mundo tal dinero, que ha sido la causa de que alejases a nuestro hijo.
Porque nosotros estábamos contentos con nuestra pobreza, y teníamos por una gran riqueza ver a nuestro hijo.
Le dijo Tobías: No llores; nuestro hijo llegará salvo, y salvo volverá a nosotros, y tus ojos lo verán;
porque creo que el buen ángel de Dios lo acompaña, y cuida bien de todo lo perteneciente a él, a fin de que vuelva con gozo a nuestra casa.
A estas palabras cesó la madre de llorar, y se aquietó.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas