ESTO dice el Señor: El cielo es mi solio, y la tierra peana de mis pies: ¿Qué casa, pues, es esa que vosotros edificaréis para mí, y cuál es aquel lugar donde he de fijar mi asiento?

2 Estas cosas todas las hizo mi mano y todas ellas son obra mía, dice el Señor. ¿Y en quién pondré yo mis ojos, sino en el pobrecito y contrito de corazón, y que oye con respetuoso temor mis palabras? 3 Aquel que me inmola un buey es como el que degollase un hombre; el que sacrifica un cordero, es como quien descabezase un perro; el que hace una ofrenda, es como quien me presentase la sangre de cerdo; el que se acuerda de ofrecerme incienso, es como quien bendijese u honrase a un ídolo. En efecto, todas estas cosas prohibidas en mi ley han elegido ellos, según sus antojos; y su alma ha puesto sus delicias en estas abominaciones. 4 Por lo que yo me complaceré también en burlarme de ellos, y haré que les acontezcan las cosas desastrosas que temían; ya que llamé y no hubo quien respondiese; hablé y no me escucharon, y obraron la maldad ante mis ojos, y han querido lo que yo reprobaba.

5 Oíd la palabra del Señor vosotros que la escucháis con respetuoso temor: Vuestros hermanos que os aborrecen y os desechan por razón de mi Nombre, dijeron: ¡Ea!, que muestre el Señor en vosotros su gloria, y la reconoceremos al ver la alegría de vuestro rostro. Mas no temáis, ellos quedarán confundidos. 6 Ya oigo la voz lastimera del pueblo de la ciudad de Jerusalén , la voz del templo, la voz del Señor que da el pago a sus enemigos.

7 Antes del tiempo del parto ha parido la nueva Sión; antes que le viniesen los dolores, ha parido un hijo varón. 8 ¿Quién jamás oyó cosa tal, ni quién vio cosa semejante a esto? ¿Tiene acaso la tierra en un solo día el fruto? ¿O ha sido engendrada nunca de una vez toda una nación? Pues he aquí que Sión se sintió preñada y parió sus hijos. 9 ¿Acaso yo, que hago parir o doy la fecundidad a los otros, dice el Señor, no pariré yo mismo? ¿Yo que doy a los otros sucesión, seré acaso estéril?, dice el Señor Dios tuyo. 10 Congratulados, pues con la nueva Jerusalén , y regocijaos con ella todos los que amáis; rebosad con ella de gozo todos cuantos por ella estáis llorando, 11 a fin de que chupéis así de sus pechos la leche de sus consolaciones celestiales hasta quedar saciados, y saquéis abundante cantidad de delicias de su consumada gloria. 12 Porque esto dice el Señor: He aquí que yo derramaré sobre ella como un río la paz, y como un torrente que todo lo inunda la gloria de las naciones; vosotros chuparéis su leche, a sus pechos seréis llevados, y acariciados sobre su regazo. 13 Como una madre acaricia a su hijito, así yo os consolaré a vosotros, y hallaréis vuestra paz y consolación en Jerusalén . 14 Vosotros lo veréis, y se regocijará vuestro corazón, y vuestros huesos reverdecerán como la hierba; y será visible la mano del Señor a favor de sus siervos; al paso que hará experimentar su indignación a sus enemigos.

15 Porque he aquí que el Señor vendrá en medio del fuego, y su carroza será como un impetuoso torbellino para derramar con la indignación suya su furor y su venganza con llamas de fuego. 16 Pues el Señor rodeado de fuego y armado de su espada juzgará a todos los mortales; y será grande el número de aquellos a quienes el Señor quitará la vida. 17 Aquellos que creían santificarse y quedar puros en los huertos, y lavándose detrás de la puerta de sus casas, en el interior de ellas, que comían carne de cerdo, y cosas abominables y ratones, serán consumidos a una todos, dice el Señor.

18 Mas yo vendré a recoger sus obras, y sus pensamientos, y para reunirlos con todas las naciones de cualquier país y lengua, y comparecerán delante de mí, y verán mi gloria. 19 Y levantaré en medio de ellos una señal de salud; y de los que se salvaren, yo enviaré a las naciones de la otra parte del mar, al Africa, a la Lidia (que son pueblos flecheros) a Italia, a Grecia, a las islas más remotas, a gentes que jamás han oído hablar de mí, ni han visto mi gloria. Y estos enviados anunciarán a las naciones la gloria mía; 20 y traerán a todos vuestros hermanos de todas las naciones y los ofrecerán como un presente al Señor, conduciéndolos en caballos, y en carrozas, y en literas, y en mulas, y en carruajes a mi monte santo de Jerusalén , dice el Señor, como cuando los hijos de Israel llevan en un vaso puro la ofrenda a la casa del Señor. 21 Y de entre éstos escogeré yo para hacerlos sacerdotes y levitas, dice el Señor.

22 Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo haré permanecer siempre delante de mí, así, ¡oh Jerusalén !, permanecerá tu descendencia y tu renombre, dice el Señor.

23 Y de mes en mes y de sábado en sábado vendrá todo hombre a postrarse delante de mí, y me adorará, dice el Señor. 24 Y saldrán a ver los cadáveres los que prevaricaron contra mí; cuyo gusano no muere nunca, y cuyo fuego jamás se apagará; y el verlos causará náusea a todo hombre.

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