ENVÍA, ¡oh Señor!, el cordero dominador o soberano de la tierra, desde la peña del desierto al monte de la hija de Sión. 2 ¡Mas ay!, sucederá que las hijas de Moab, en el paso de Arnón, se hallarán como un ave que huye espantada, y como pollitos que saltan fuera del nido. 3 Aconséjate, consulta el caso, haz sombra a los que huyen; de modo que se oculten en medio del día como en una oscura noche; esconde a los fugitivos y no entregues alevosamente a los israelitas que andan errantes. 4 Hospeda junto a ti mis hijos fugitivos. Se tú, ¡oh Moab!, su asilo contra el devastador, porque como el polvo está ya desvanecido, feneció por fin aquel desdichado, aterrado está el que hollaba la tierra. 5 Y se fundará un trono sobre la misericordia, y se sentará en él en la casa de David un juez recto y celoso de la justicia, el cual dará a cada uno con prontitud aquello que es justo.

6 Hemos oído hablar de la soberbia de Moab, él es orgulloso en extremo; su soberbia, su arrogancia y su impetuosidad exceden mucho a sus fuerzas.

7 Por esto Moab aullará contra Moab, todos sus moradores prorrumpirán en aullidos. A los que se jactan de tener sus murallas de ladrillo cocido al fuego, o inexpugnables, a esos anunciadles sus calamidades. 8 Porque los arrabales de Hesebón están ya desiertos, y talada ha sido por los príncipes de las naciones la viña o país de Sabama, cuyos sarmientos han ido a parar hasta Jazer; anduvieron errantes por el desierto; y los pocos mugrones que quedaron, pasaron a la otra parte del mar. 9 Por tanto, mezclaré mis lágrimas con las de Jazer, lloraré por la viña de Sabama, te bañaré toda con mis lágrimas, ¡oh Hesebón!; a ti también ¡oh Eléale!, porque vino la irrupción, y se acabó la algazara de los que pisan las vendimias y trillan las mieses. 10 Y huirá del Carmelo la alegría y regocijo, y ya no habrá más fiesta ni alborozo en las viñas; y el que solía exprimir el vino en la prensa, no lo exprimirá más; y no se oirán ya las canciones de los que pisan en el lagar.

11 Por esto mi vientre y mis entrañas resonarán cual cítara de lúgubre sonido por los infortunios de Moab, y por la ruina de la fuerte muralla de ladrillo cocido al fuego. 12 Y sucederá que cuando Moab esté cansado de acudir a sus lugares altos entrará en sus santuarios para orar; pero no podrá tampoco conseguir nada.

13 Esta es la palabra que hace tiempo habló el Señor respecto a Moab. 14 Y lo que ahora dice el Señor es: Dentro de tres años, cabales como años de jornalero, será quitada a Moab la gloria de todo su numeroso pueblo; y pocos quedarán de él, y éstos pequeños y nada robustos.
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