COMÚNMENTE se dice: Si un marido repudia a su mujer, y ella separada de éste toma otro marido, ¿acaso volverá jamás a recibirla? ¿No quedará la tal mujer inmunda y contaminada? Tú, es cierto, que has pecado con muchos amantes. Esto no obstante vuélvete a mí, dice el Señor, que yo te recibiré. 2 Alza tus ojos a los collados, y mira si hay lugar donde no te hayas prostituido; te sentabas en medio de los caminos, aguardando a los caminantes para entregarte a ellos, como para robar se pone el ladrón en sitio solitario, y contaminaste la tierra con tus fornicaciones y tus maldades. 3 Por esta causa cesaron las lluvias abundantes, y faltó la lluvia de primavera. Tú, en vez de arrepentirte, presentas el semblante de una mujer prostituta o descarada; no has querido tener rubor ninguno. 4 Pues al menos desde ahora arrepiéntete, y dime: Tú eres mi padre, tú el que velabas mi virginidad: 5 ¿Acaso has de estar siempre enojado, o mantendrás hasta el fin tu indignación? Pero he aquí que tú has hablado así, y has ejecutado toda suerte de crímenes, hasta no poder más.

6 Me dijo también el Señor en tiempo del rey Josías: ¿No has visto tú las cosas que ha hecho la rebelde Israel? Se fue a adorar sobre todo monte alto, y debajo de todo árbol frondoso, y allí se ha prostituido.

7 Y después que hizo ella todas estas cosas, le dije yo: Vuélvete a mí, y no quiso volverse. Y tu hermana Judá, la prevaricadora, vio 8 que por haber sido adúltera la rebelde Israel yo la había desechado y dado libelo de repudio; y no por eso se amedrentó su hermana, la prevaricadora Judá, sino que se fue e idolatró también ella. 9 Y con la frecuencia de sus adulterios o idolatrías contaminó toda la tierra, idolatrando con las piedras y con los leños. 10 Y después de todas estas cosas no se convirtió a mí, dice el Señor, su hermana, la prevaricadora Judá, con todo su corazón, sino fingidamente.

11 Y así me dijo el Señor: La rebelde Israel viene a ser una santa, en comparación de Judá la prevaricadora. 12 Anda y repite en alta voz estas palabras hacia el septentrión, y di: Conviértete, ¡oh tú, rebelde Israel!, dice el Señor; que no torceré yo mi rostro para no mirarte; pues yo soy santo y benigno, dice el Señor, y no conservaré siempre mi enojo.

13 Reconoce, tu infidelidad; pues has prevaricado contra el Señor Dios tuyo, y te prostituiste a los dioses extraños debajo de todo árbol frondoso, y no escuchaste mi voz, dice el Señor. 14 Convertíos a mí, ¡oh hijos rebeldes!, dice el Señor, porque yo soy vuestro esposo, y escogeré de vosotros uno de cada ciudad y dos de cada familia, y os introduciré en Sión. 15 Y os daré pastores según mi corazón, que os apacentarán con la ciencia y con la doctrina.

16 Y cuando os hayáis multiplicado y crecido sobre la tierra, en aquellos días, dice el Señor, no se hablará ya del Arca del Testamento del Señor; ni se pensará en ella, ni habrá de ella memoria, ni será visitada, ni se hará ya nada de esto. 17 En aquel tiempo Jerusalén será llamada trono del Señor; y se agregarán a ella las naciones todas, en el nombre del Señor, en Jerusalén , y no seguirán la perversidad de su pésimo corazón. 18 En aquel tiempo la familia o reino de Judá se reunirá con la familia de Israel, y vendrán juntas de la tierra del septentrión a la tierra que di a vuestros padres.

19 Entonces dije yo: ¡Oh cuántos hijos te daré a ti! Yo te daré la tierra deliciosa; una herencia esclarecida de ejércitos de gentes. Y añadí: Tú me llamarás padre, y no cesarás de caminar en pos de mí. 20 Pero como una mujer que desprecia al que la ama, así me ha desdeñado a mí la familia de Israel, dice el Señor. 21 Clamores se han oído en los caminos, llantos, alaridos de los hijos de Israel, por haber procedido infielmente, olvidados del Señor su Dios. 22 Convertíos a mí, hijos rebeldes, que yo os perdonaré vuestras apostasías. He aquí, ¡oh Señor!, que ya volvemos a ti porque tú eres el Señor Dios nuestro.

23 Verdaderamente no eran más que embuste todos los ídolos de los collados y de tantos montes, verdaderamente que en el Señor Dios nuestro está la salud de Israel. 24 Aquel culto afrentoso consumió desde nuestra mocedad los sudores de nuestros padres, sus rebaños y sus vacadas, sus hijos y sus hijas. 25 Moriremos en nuestra afrenta, y quedaremos cubiertos de nuestra ignominia; porque contra nuestro Dios hemos pecado nosotros, nuestros padres, desde nuestra mocedad hasta el día de hoy; y no hemos escuchado la voz del Señor Dios nuestro.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas