AL principio del reinado de Joakim, hijo de Josías, rey de Judá, el Señor habló a Jeremías de esta manera: 2 Esto me dice el Señor: Hazte unas ataduras a modo de correas, y unas cadenas como collares, y póntelas al cuello. 3 Y las enviarás al rey de Edom, y al rey de Moab, y al rey de los hijos de Amón, y al rey de Tiro, y al rey de Sidón, por medio de los embajadores que han venido a Jerusalén , a tratar con Sedecías, rey de Judá;

4 a los cuales encargarás que digan a sus amos: Esto dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel, y esto diréis a vuestros amos: 5 Yo creé la tierra, y los hombres, y las bestias que están sobre la tierra, con mi gran poder y mi excelso brazo, y he dado su dominio a quien quise. 6 Al presente, pues, he puesto todos estos países en poder de Nabucodonosor, rey de Babilonia, ministro mío; y le he dado también las bestias del campo para que le sirvan. 7 Y todos estos pueblos serán esclavos suyos, y de su hijo, y del hijo de su hijo; hasta que llegue el plazo de la ruina de él mismo y de su tierra o reino, entretanto le servirán muchas naciones y grandes reyes. 8 Mas a la nación y al reino que no quiera someterse a Nabucodonosor, rey de Babilonia, a cualquiera que no doblare su cerviz al yugo del rey de Babilonia, yo los castigaré, dice el Señor, con la espada, con hambre y con peste hasta que por medio de Nabucodonosor acabe con ellos. 9 Vosotros, pues, no escuchéis a vuestros profetas y adivinos, ni a los intérpretes de sueños, ni a los agoreros, ni a los hechiceros, los cuales os dicen: No seréis vosotros sojuzgados por el rey de Babilonia.

10 Porque lo que os profetizan son mentiras, para acarrearos que seáis arrojados por los caldeos lejos de vuestra tierra, y desterrados y destruidos. 11 Al contrario, la nación que doblare su cerviz al yugo del rey de Babilonia y le sirviere, yo la dejaré en su tierra, dice el Señor, y seguirá cultivándola y habitando en ella.

12 También le anuncié a Sedecías, rey de Judá, todas estas mismas cosas, diciendo: Doblad vuestra cerviz al yugo del rey de Babilonia, y servidle a él y a su pueblo, y así salvaréis la vida. 13 ¿Para qué queréis morir tú y el pueblo tuyo, a cuchillo, y de hambre, y de peste, como tiene Dios predicho a la nación que no quisiere someterse al rey de Babilonia? 14 No deis oídos a las palabras de aquellos profetas que os dicen: No seréis vosotros siervos del rey de Babilonia. Porque ellos hablan mentira; 15 pues no son ellos enviados míos, dice el Señor, sino que profetizan falsamente en mi Nombre, para acarrearos que seáis desterrados y perezcáis, tanto vosotros como los profetas que falsamente os anuncian lo futuro.

16 Y a los sacerdotes y a este pueblo les dije asimismo lo siguiente: Esto dice el Señor: No hagáis caso de las palabras de vuestros profetas, que os anuncian lo futuro, diciendo: Sabed que los vasos sagrados del templo del Señor serán muy pronto restituidos acá desde Babilonia; pues lo que os profetizan es una mentira. 17 No queráis, pues, escucharlos; antes bien sujetaos al rey de Babilonia, si queréis salvar vuestra vida. ¿Por qué se ha de ver esta ciudad reducida por culpa vuestra a un desierto? 18 Que si son verdaderamente profetas, y está en ellos la palabra del Señor, intercedan con el Señor de los ejércitos para que los vasos que han quedado en el templo del Señor, y en el palacio del rey de Judá, y en Jerusalén , no vayan también a Babilonia. 19 Porque esto dice el Señor de los ejércitos acerca de las columnas, y del mar o concha de bronce, y de las basas, y de los otros vasos o muebles que han quedado en esta ciudad,

20 los cuales no se llevó Nabucodonosor, rey de Babilonia, cuando transportó a esta ciudad desde la de Jerusalén a Jeconías, hijo de Joakim, rey de Judá, y a todos los magnates de Judá y de Jerusalén . 21 Dice, pues, así, el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel, acerca de los vasos que quedaron en el templo del Señor, y en el palacio del rey de Judá, y en Jerusalén : 22 A Babilonia serán trasladados, y allí estarán hasta el día en que ésta será visitada o castigada por mí, dice el Señor, que yo entonces los haré traer y restituir a este lugar.
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Atlas