ESTANDO ya David cercano al día de su muerte, dio estas instrucciones a su hijo Salomón , diciendo: 2 Yo voy al lugar a donde van a parar todos los mortales. Ten tú buen ánimo y pecho varonil;

3 y observa los mandamientos del Señor Dios tuyo, siguiendo sus caminos, guardando sus ceremonias, sus preceptos, sus leyes y sus estatutos, como está escrito en la ley de Moisés, para que aciertes en todo cuanto hagas y en cuanto pongas la mira.

4 De esta manera el Señor confirmará las palabras que me dio, diciendo: Si tus hijos procedieren bien, y anduvieren en mi presencia, siguiendo la verdad con todo su corazón y con toda su alma, ocupará siempre alguno de tu linaje el trono de Israel.

5 Tú sabes ya cómo se ha portado conmigo Joab, hijo de Sarvia, y lo que hizo con los dos caudillos del ejército de Israel, Abner, hijo de Ner, y Amasa, hijo de Jeter, a los cuales asesinó, derramando su sangre en tiempo de paz, como se hace en la guerra, y ensangrentando el cinturón con que estaba ceñido, y el calzado que cubría sus pies.

6 Tú, pues, obrarás conforme a tu sabiduría; y no aguardarás a que su vejez lo conduzca tranquilamente al sepulcro. 7 Al contrario a los hijos de Berzellai, galaadita, les mostrarás tu reconocimiento, y les harás comer a tu mesa, pues salieron a recibirme y socorrerme cuando iba yo huyendo de Absalón, tu hermano.

8 Así te queda también Semei, hijo de Gera, hijo de Jemini, natural de Bahurim, el cual vomitó contra mí horrendas maldiciones cuando yo me retiraba a los campamentos. Mas porque salió a recibirme al repasar yo el Jordán, le juré por el Señor, diciendo: No te quitaré la vida.

9 Pero tú no permitas que quede impune su delito; sabio eres para conocer cómo lo has de tratar, y harás que acabe su vejez con muerte violenta.

10 Fue, pues, David a descansar con sus padres, y lo sepultaron en la ciudad de David.

11 El tiempo que reinó David sobre Israel fue de cuarenta años. En Hebrón reinó siete años, y treinta y tres en Jerusalén .

12 Y sucedió Salomón en el trono a su padre David; y quedó su reino firmísimamente establecido.

13 Mas Adonías, hijo de Haggit, fue a encontrar a Betsabé, madre de Salomón , la cual le dijo: ¿Es de paz tu venida? De paz, respondió él; 14 y añadió: Tengo que hablar contigo. Habla, respondió ella. Y Adonías: 15 Ya sabes, dijo, que la corona me tocaba a mí, y que todo Israel me había preferido para que fuese su rey; pero el reino ha sido transferido y puesto en poder de mi hermano; porque lo tenía destinado el Señor para él. 16 Ahora, pues, una sola cosa te pido, no me hagas el desaire de negármela. Explícate, dijo ella. 17 Adonías entonces dijo: Te suplico que digas al rey Salomón (ya que no puede negarte cosa alguna) que me dé por esposa a la sunamita Abisag. 18 Bien está, contestó Betsabé; yo hablaré por ti al rey. 19 Pasó, pues, Betsabé a ver al rey Salomón para hablarle a favor de Adonías, y se levantó el rey a recibirla, y la saludó con profunda reverencia; se sentó después en su trono; y pusieron un trono o asiento real para la madre del rey, la cual se sentó a su derecha. 20 Y le dijo: Una gracia bien pequeña vengo a pedirte; no me hagas el desaire de negármela. Le respondió el rey: Pide, madre mía, que no es razón que yo te disguste. 21 Dijo entonces ella: Pues dese Abisag de Sunam por esposa a Adonías, tu hermano. 22 Respondió el rey Salomón , y dijo a su madre: ¿Por qué me pides la sunamita Abisag para Adonías? Pide también para él mi reino; pues él es mi hermano mayor, y tiene de su parte al sumo sacerdote Abiatar, y a Joab hijo de Sarvia.

23 Por lo cual juró el rey Salomón por el Señor, diciendo: Tráteme Dios con todo el rigor de su justicia, si no es verdad que en daño de su propia vida ha entablado Adonías esta pretensión. 24 Ahora, pues, vive Dios, que me ha establecido y colocado sobre el solio de mi padre David, y que me ha fundado casa como lo tenía prometido, que hoy ha de morir Adonías. 25 En seguida dio sus órdenes a Banaías, hijo de Joíada, el cual le quitó la vida. Así murió Adonías. 26 Dijo asimismo el rey a Abiatar, sumo sacerdote: Retírate a la posesión que tienes en Anatot. Tú, a la verdad, mereces la muerte, pero yo no te quito hoy la vida, por cuanto llevaste el arca del Señor Dios delante de mi padre David, y acompañaste a mi padre en todos los trabajos que padeció. 27 Con esto Salomón desterró a Abiatar, para que no ejerciese más las funciones de sumo sacerdote del Señor; con lo cual se cumplió la palabra pronunciada por el Señor en Silo contra la casa de Helí.

28 Llegó esto a oídos de Joab, quien había seguido el partido de Adonías, y no el de Salomón . Se refugió, pues, Joab al Tabernáculo del Señor, y se asió de la punta del altar. 29 Le dieron cuenta al rey Salomón de que Joab se había refugiado al Tabernáculo del Señor, y de que estaba al lado del altar; y envió Salomón a Banaías, hijo de Joíada, diciendo: Anda, ve, y mátale. 30 Fue, pues, Banaías al Tabernáculo del Señor, y dijo a Joab: El rey te manda que salgas fuera. No saldré, respondió Joab; sino que moriré aquí. Dio Banaías parte al rey, diciendo: Esto me ha dicho Joab, y esto me ha respondido. 31 Y el rey le contestó: Hazlo como él ha dicho; mátale y dale sepultura; y con eso me lavarás a mí y a la casa de mi padre de la sangre inocente que derramó Joab. 32 Y el Señor hará recaer su sangre sobre su cabeza, puesto que él asesinó a dos varones justos, y mejores que él, atravesando con su espada, sin que mi padre David lo supiese, a Abner, hijo de Ner, general del ejército de Israel, y a Amasa, hijo de Jeter, general del ejército de Judá.

33 Recaiga, pues, la sangre de éstos sobre la cabeza de Joab, y sobre la cabeza de sus descendientes para siempre. Mas a David y a su descendencia, a su casa y a su trono, dé el Señor paz sempiterna. 34 Subió, pues, Banaías, hijo de Joíada; y acometiéndole, le quitó la vida, y fue sepultado en una casa suya en el desierto. 35 Después de esto el rey dio a Banaías, hijo de Joíada, el mando del ejército en lugar del difunto; y nombró o confirmó sumo sacerdote a Sadoc, en vez de Abiatar.

36 Envió también el rey a llamar a Semei, y le dijo: Hazte una casa en Jerusalén y habita en ella, de donde nunca saldrás para ir a esta o a la otra parte; 37 porque ten entendido que en cualquier día que salieres o pasares del torrente de Cedrón perderás la vida; y tu sangre recaerá sobre tu cabeza. 38 Respondió Semei al rey: Está muy bien; como lo manda el rey, mi señor, así lo hará tu siervo. Habitó, pues, Semei largo tiempo en Jerusalén . 39 Mas al cabo de tres años acaeció que unos esclavos de Semei se le huyeron a la jurisdicción de Aquis, hijo de Maaca, rey de Get; y fue Semei avisado de que sus esclavos se hallaban en Get. 40 Con lo que Semei fue y aparejó su asno y marchó a verse con Aquis en Get para recobrar sus esclavos, de donde en efecto se los trajo consigo. 41 Dieron luego parte a Salomón de que Semei había ido de Jerusalén a Get, y vuelto. 42 Y enviando el rey a llamarle, le dijo: ¿No te juré yo por el Señor, y te previne que cualquier día que salieses para ir acá o allá, se te quitaría la vida? Y tú me respondiste: Justa es la orden que acabo de oír. 43 ¿Cómo es, pues, que has traspasado el juramento del Señor, y el precepto que yo te puse? 44 Y añadió el rey a Semei: Tú bien sabes y tu misma conciencia es testigo de todo el mal que hiciste a mi padre David. El Señor ha hecho caer sobre tu cabeza el castigo de tu maldad. 45 Mas el rey Salomón será bendito, y el trono de David será estable para siempre delante del Señor. 46 En seguida dio el rey sus órdenes a Banaías, hijo de Joíada, el cual saliendo afuera lo hirió, y le dejó muerto.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas