Y oyendo Jacob que se vendían víveres en Egipto, dijo a sus hijos: ¿Por qué os estáis sin hacer ninguna diligencia? 2 He oído que se vende trigo en Egipto; bajad allá, y compradnos lo necesario, para que podamos vivir, y no muramos de hambre.

3 Bajando, pues, diez hermanos de José a comprar granos en Egipto,

4 retenido en casa Benjamín por Jacob , que dijo a sus hermanos: No sea que le suceda en el camino algún desastre. 5 Entraron en la tierra de Egipto con otras gentes que iban también a comprar; porque se sentía el hambre en la tierra de Canaán.

6 Y en la tierra de Egipto mandaba José, y a su arbitrio se vendían los granos a los pueblos. Pues como sus hermanos le hubiesen adorado, 7 y José, los conoció a ellos, hablándoles con alguna aspereza como a extraños, les preguntó: ¿De dónde venís vosotros? De la tierra de Canaán, respondieron, a comprar lo necesario para el sustento. 8 Y aunque conoció José a sus hermanos, no fue conocido de ellos. 9 Entonces, acordándose de los sueños que había tenido en otro tiempo, les dijo: Vosotros sois espías que habéis venido a reconocer los parajes menos fortificados de la tierra. 10 Señor, no es así, respondieron ellos; sino que tus siervos han venido a comprar qué comer. 11 Todos somos hijos de un mismo padre: venimos en paz, ni tus siervos maquinan mal alguno. 12 José les respondió: No, antes muy al contrario, vosotros habéis venido a observar los lugares indefensos de este país. 13 Mas ellos dijeron: Somos nosotros siervos tuyos, doce hermanos, hijos de un mismo padre, en la tierra de Canaán; el más chico queda con nuestro padre, el otro ya no existe.

14 Ahora me confirmo, dijo José, en lo que tengo dicho: Espías sois. 15 Desde luego voy a probar si decís la verdad: por vida del faraón que no saldréis de aquí hasta tanto que comparezca ese vuestro hermano más chico. 16 Enviad uno de vosotros que le traiga; y vosotros, entre tanto, quedaréis presos, mientras se averigua si son falsas o verdaderas las cosas que habéis dicho; cuando no, por vida del faraón que espías sois.

17 En consecuencia los metió en la cárcel por tres días. 18 Pero al tercero, sacándolos de ella, dijo: Haced lo que os he dicho, y quedaréis con vida; porque yo temo a Dios. 19 Si sois gente de paz, quede atado en la cárcel un hermano vuestro; y vosotros id a llevar a vuestras casas los granos que habéis comprado, 20 y traedme a vuestro hermano menor, para que yo pueda certificarme de vuestros dichos y vosotros no seáis condenados a muerte. Lo hicieron como él decía,

21 y conversaban entre sí, diciendo: Justamente padecemos lo que padecemos, por haber pecado contra nuestro hermano, y porque al ver las angustias de su alma, cuando nos rogaba que tuviésemos compasión de él, nosotros no le escuchamos; por esto nos ha sobrevenido esta tribulación. 22 Uno de ellos, Rubén, dijo: ¿Por ventura no os dije yo entonces: No cometáis ese crimen contra el muchacho, y no hicisteis caso? Mirad cómo Dios nos demanda su sangre.

23 No sabían ellos que José los entendía, pues les hablaba por intérprete. 24 Y se retiró por un poco de tiempo, y lloró; y habiendo vuelto, les habló otra vez. 25 E hizo prender a Simeón, y atarle en presencia de ellos; y mandó a los ministros que les llenasen de trigo los costales, y el dinero de cada uno lo metiesen dentro de los sacos, dándoles además víveres para el camino; los cuales así lo hicieron. 26 Con esto, cargando ellos el grano en sus jumentos, marcharon. 27 En la posada, abriendo uno de ellos el costal para dar un pienso al jumento, visto el dinero en la boca del saco, 28 dijo a sus hermanos: Me han vuelto el dinero; vedle aquí en el saco. Ellos, atónitos y sobresaltados, se dijeron unos a otros: ¿Qué es esto que ha hecho Dios con nosotros?

29 Llegaron, en fin, a su padre Jacob , en el país de Canaán, y le contaron todo lo acontecido, diciendo: 30 El señor de aquella tierra nos habló con aspereza, y pensó que íbamos a espiar el país. 31 Nosotros le respondimos: Somos gente de paz, no maquinamos asechanza alguna. 32 Doce hermanos fuimos hijos de un mismo padre: uno ya no existe y el más pequeño está con nuestro padre en tierra de Canaán. 33 Nos dijo él: De este modo averiguaré si sois gente de paz: dejad en mi poder un hermano vuestro, y tomad los víveres que necesitéis para vuestras familias, e idos, 34 y traedme vuestro hermano el más pequeño, a fin de que yo conozca que no sois espías, y vosotros podáis recobrar a éste que queda preso, y en adelante tengáis facultad de venir a comprar aquí lo que quisiereis. 35 Dicho esto, al vaciar los granos, todos hallaron atado el dinero en la boca de los costales; y todos a una quedaron asombrados. 36 Les dijo entonces su padre Jacob : Vosotros me habéis dejado sin hijos. José ya no existe; Simeón está en cadenas; y queréis aun quitarme a Benjamín; todos estos desastres han recaído sobre mí. 37 Le respondió Rubén: Quita la vida a mis dos hijos si yo no te le devolviere; entrégamele a mí, que yo te le restituiré. 38 Pero Jacob replicó: No irá mi hijo con vosotros; su hermano murió, y ha quedado sólo éste; si le acaeciere algún desastre en el país a donde vais, precipitaréis con la pesadumbre mis canas en el sepulcro.
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