ABLÓ después así el rey David a toda la asamblea: Dios ha escogido entre todos los demás a mi hijo Salomón , que es aún jovencito y tierno; y la empresa es grande; porque no se trata de disponer habitación para un hombre, sino para Dios.
Yo por mi parte he preparado con todas mis fuerzas todos los materiales para la casa de mi Dios. Oro para los utensilios de oro, y plata para los de plata, bronce para los de bronce, hierro para los de hierro, madera para los de madera, y piedras de ónique, y semejantes al alcohol, y otras de varios colores, y toda suerte de piedras preciosas, y mármol de Paros en grandísima cantidad.
Y además de estas cosas que tengo destinadas para la casa de mi Dios, doy de mi peculio oro y plata para el templo de mi Dios, además de aquello que he puesto aparte para el santuario,
tres mil talentos de oro de Ofir, y siete mil talentos de plata finísima para dorar o cubrir de oro las paredes del Templo.
De suerte que donde quiera que sea necesario, los artífices puedan hacer de oro lo que se haya de hacer de oro, y de plata lo que se haya de hacer de plata. Mas si alguno quiere hacer espontáneamente oferta, preséntela hoy por su mano, y ofrezca al Señor lo que gustare.
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Los príncipes, pues, de las familias, y los magnates de las tribus de Israel con los tribunos y centuriones, y administradores de la hacienda del rey, prometieron
y dieron para las obras de la casa de Dios cinco mil talentos de oro, y diez mil sueldos o monedas de oro, y diez mil talentos de plata, y dieciocho mil de cobre, con cien mil talentos de hierro.
Y todos cuantos tenían piedras preciosas las entregaron, para ponerlas en los tesoros de la casa del Señor, a Jahiel, gersonita, tesorero.
Y el pueblo mostró su alegría al prometer estas ofrendas voluntarias; porque las hacía al Señor de todo su corazón; por lo cual el mismo rey David se llenó de gozo.
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Y bendijo al Señor en presencia de toda la muchedumbre, y dijo: Bendito eres, Señor Dios de Israel nuestro padre, por los siglos de los siglos.
Tuya es, Señor, la magnificencia, el poder, la gloria, y la victoria; y a ti se debe la alabanza, porque todas las cosas que hay en el cielo y en la tierra tuyas son; tuyo, oh Señor, es el reino, y tú eres sobre todos los reyes.
Tuyas son las riquezas, y tuya es la gloria; tú eres el Señor de todo; en tu mano está la fuerza y el poder; en tu mano la grandeza y el imperio de todas las cosas.
Ahora, pues, oh Dios nuestro, nosotros te glorificamos, y alabamos tu esclarecido Nombre.
¿Quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que nos atrevamos a ofrecerte todas estas cosas? Tuyas son todas las cosas; y lo que hemos recibido de tu mano, eso te hemos dado.
Porque nosotros somos peregrinos y advenedizos delante de ti, como todos nuestros padres. Nuestros días pasan como sombra sobre la tierra; sin que haya consistencia alguna.
¡Oh Señor Dios nuestro!, toda esta abundancia de cosas preparada por nosotros para erigir una casa o templo a tu santo Nombre, de tu mano ha venido, y tuyas son todas las cosas.
Bien sé, Dios mío, que tú sondeas los corazones y que amas la sencillez; y por eso con sencillez de corazón he ofrecido gozoso todas estas cosas, y he visto cómo tu pueblo, que está aquí congregado te ha ofrecido sus dones con gran alegría.
¡Oh Señor Dios de Abrahán, de Isaac y de Israel nuestros padres!, conserva eternamente este afecto de su corazón, y dure para siempre esta devoción a tu culto.
Da también a mi hijo Salomón un corazón perfecto, para que guarde tus mandamientos, y tus leyes, y tus ceremonias, y lo ponga todo por obra, y edifique la casa, cuyos materiales tengo yo prevenidos.
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Después dijo David a toda la asamblea: Bendecid al Señor Dios nuestro. Y toda la asamblea bendijo al Señor Dios de sus padres; y postrándose adoraron a Dios, y rindieron en seguida su homenaje al rey.
Y sacrificaron víctimas al Señor; y al día siguiente ofrecieron en holocausto mil toros, mil carneros, mil corderos, con sus libaciones, según el rito; lo que sirvió abundantísimamente para todo Israel.
Con lo cual comieron y bebieron aquel día en presencia del Señor con gran alegría. Ungieron después por segunda vez a Salomón , hijo de David. Y lo ungieron por rey por orden del Señor; y a Sadoc por sumo sacerdote.
Y Salomón se sentó como rey sobre el trono del Señor en lugar de su padre David, y fue del agrado de todos; y todo Israel le prestó obediencia.
Al mismo tiempo todos los príncipes y magnates, y todos los hijos del rey David le juraron fidelidad, y se sometieron al rey Salomón .
Y el Señor ensalzó a Salomón sobre todo Israel; y lo colmó de tanta gloria en el reino, cual no la tuvo antes de él ningún rey de Israel.
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Reinó, pues, David, hijo de Isaí, sobre todo Israel.
El tiempo que reinó sobre Israel fue de cuarenta años; en Hebrón reinó siete años, y treinta y tres en Jerusalén .
Murió al fin en dichosa vejez, lleno de días, de riquezas y de gloria; y le sucedió en el trono su hijo Salomón .
Todos los hechos de David, así los primeros como los últimos, están escritos en el Libro de Samuel profeta, y en el Libro de Natán profeta, y en el de Gad profeta,
con la historia de todo su reinado, y de las empresas de valor y acontecimientos que ocurrieron en su tiempo, tanto en Israel como en los demás reinos de las tierras vecinas.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas