PERO se levantó Satanás contra Israel, e instigó a David a que hiciese el censo de Israel.

2 Por lo que dijo David a Joab y a los príncipes del pueblo: Id y contad a Israel desde Bersabee hasta Dan, y traedme la suma; que quiero saberla. 3 A lo que respondió Joab: Aumente el Señor su pueblo cien veces más de lo que es. Pero, ¿no es así, oh mi rey y señor, que todos son siervos tuyos? ¿A qué fin pretende mi señor hacer una cosa, que será perniciosa y acarreará el castigo a Israel? 4 Sin embargo, prevaleció el parecer o antojo del rey; y Joab hubo de salir, y anduvo girando por todo Israel, y volvió después a Jerusalén , 5 y entregó a David la lista de los lugares que había recorrido; y se halló ser toda la suma de Israel un millón cien mil hombres de armas tomar, y de la tribu de Judá cuatrocientos setenta mil; 6 si bien Joab no hizo el censo de las tribus de Leví y de Benjamín; por cuanto ejecutaba de mala gana la orden del rey.

7 En efecto, desagradó a Dios lo mandado, y por ello castigó a Israel. 8 Y dijo David a Dios: He pecado gravísimamente en hacer esto; perdona, oh Señor, la iniquidad de tu siervo, porque he procedido neciamente. 9 Habló después el Señor a Gad, profeta de David, diciendo: 10 Anda, ve a David, y dile: Esto dice el Señor: Tres cosas te doy a escoger; escoge una, la que quisieres recibir de mí. 11 Viniendo, pues, Gad a David, le dijo: Esto dice el Señor: Escoge lo que quieras, 12 o hambre por tres años; o andar huyendo de tus enemigos por tres meses, sin poder librarte de su espada; o que por tres días descargue sus golpes la espada del Señor, cundiendo la peste por el país, y haciendo estragos el ángel del Señor en todos los términos de Israel. Ahora bien, mira tú qué es lo que he de responder al que me ha enviado. 13 Respondió David a Gad: Por todas partes me hallo lleno de angustias; pero al fin, más cuenta me tiene el caer en manos del Señor, conociendo su gran misericordia, que no en manos de los hombres. 14 Envió, pues, el Señor la peste a Israel; y murieron de Israel setenta mil hombres. 15 Asimismo envió su ángel a Jerusalén para que la castigase; pero cuando se hallaba en la mayor desolación, echó el Señor sobre ella una mirada, y tuvo compasión de tanto estrago, y comunicó al ángel exterminador esta orden: Basta, retira ya tu mano. Estaba a la sazón el ángel del Señor sobre la era de Ornán, jebuseo. 16 Y alzando David los ojos vio al ángel del Señor, que estaba en el aire, con una espada desenvainada en su mano, vuelta contra Jerusalén ; y a su vista, tanto él como los ancianos, vestidos de cilicios, se postraron rostro por tierra. 17 Y dijo David a Dios: ¿Por ventura no soy yo quien mandó hacer el censo del pueblo? Yo soy el que he pecado; yo el que he cometido la maldad. Esta grey, ¿qué culpa tiene? Señor Dios mío, descarga, te suplico, tu mano contra mí y contra la casa de mi padre; mas no sea castigado tu pueblo.

18 Y al punto el ángel del Señor mandó a Gad que dijese a David, que subiese a erigir un altar al Señor Dios en la era de Ornán, jebuseo. 19 Subió, pues, David, según el mandato que le había dado Gad en nombre del Señor. 20 Entretanto Ornán y cuatro hijos suyos, que con él estaban, habiendo alzado los ojos y visto al ángel, fueron a esconderse; estaban a la sazón trillando el trigo en la era. 21 Pues como David viniese hacia Ornán, lo alcanzó a ver éste desde la era, y le salió al encuentro, e inclinándose hasta el suelo, le hizo una profunda reverencia. 22 Le dijo David: Dame el sitio de tu era, recibiendo su valor en dinero contante, para edificar en ella un altar al Señor, a fin de que cese el azote del pueblo. 23 Respondió Ornán a David: Tómela, y haga de ella el rey, mi señor, lo que bien le pareciere. Y aun doy los bueyes para el holocausto, y los trillos para hacer el fuego, y el trigo para el sacrificio. Todo lo daré con gusto. 24 Le replicó el rey David: No ha de ser así, sino que te pagaré en dinero todo su valor; porque no debo yo quitártelo a ti, y ofrecer así al Señor holocaustos que no me cuesten nada. 25 Dio, pues, David a Ornán, en pago del sitio, seiscientos siclos de oro. 26 Con eso edificó allí un altar al Señor, y ofreció holocaustos y víctimas pacíficas, invocando al Señor; el cual le oyó, enviando fuego del cielo sobre el altar de holocausto.

27 Y dando el Señor orden al ángel, envainó éste su espada.

28 Inmediatamente David viendo que el Señor había oído su oración en la era de Ornán, jebuseo, ofreció allí sacrificios. 29 Verdad es que a la sazón el Tabernáculo del Señor, construido por Moisés en el desierto, y el altar de los holocaustos estaban en la altura de Gabaón.

30 Mas David no tuvo aliento para ir entonces a aquel altar a orar allí a Dios, porque había quedado muy aterrado de espanto, al ver la espada del ángel del Señor.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Atlas