SALTÓ de gozo en el Señor, mi corazón, y mi Dios me ha ensalzado; ya puedo responder a boca llena a mis enemigos, pues toda la causa de mi alegría es, ¡oh Señor!,la salud que he recibido de ti. 2 Nadie es santo, como lo es el Señor; no hay otro Dios fuera de ti; ninguno es fuerte como nuestro Dios. 3 Cesad, pues, de hablar con soberbia y jactancia; no uséis ya de aquel vuestro antiguo lenguaje, porque Dios, que todo lo sabe, él solo es el Señor, y él lleva a efecto sus altísimos designios. 4 Se quebró el arco, o la fortaleza, de los fuertes, y los flacos han sido revestidos de vigor. 5 Los que estaban antes colmados de bienes, se han alquilado por un pedazo de pan, y los que se hallaban acosados del hambre han sido plenamente saciados. La que era estéril ha venido a ser madre de muchos hijos; y la que estaba rodeada de ellos, perdió todos sus bríos.

6 Porque el Señor es el que da la muerte y da la vida; el que conduce al sepulcro y libra de él.

7 El Señor el que empobrece y enriquece; el que abate y ensalza.

8 Levanta del polvo al mendigo, y del estiércol ensalza al pobre, para que se siente entre los príncipes, y ocupe un trono de gloria. Porque del Señor son los polos o cimientos de la tierra, y él asentó sobre ellos el mundo.

9 El dirigirá todos los pasos de sus santos; mas los impíos serán por él reducidos a silencio en medio de tinieblas; porque no estará firme el hombre por su propia fuerza. 10 Temblarán delante del Señor sus adversarios; tronará desde el cielo y lanzará rayos sobre ellos. El Señor juzgará a toda la tierra, y dará el imperio de ella a su rey, y ensalzará la gloria y el poder de su Cristo . 11 Después de esto se volvió Elcana a su casa en Rámata; y el niño servía en el Tabernáculo, en la presencia del Señor, bajo la dirección del sumo sacerdote Helí.

12 Mas los hijos de Helí eran hijos de Belial, que no conocían o respetaban al Señor, 13 ni la obligación de los sacerdotes para con el pueblo, sino que cuando alguno, fuese el que fuese, había inmolado una víctima, venía el criado del sacerdote, mientras se cocían las carnes, y trayendo en su mano un garfio u horquilla de tres dientes, 14 la metía en el perol, o en el caldero, o en la olla, o en la cazuela, y todo lo que prendía con él, lo tomaba para sí el sacerdote. Esto hacían con todos los de Israel que venían a Silo. 15 Y aun antes que quemasen la grosura de la víctima, venía el criado del sacerdote, y decía al que inmolaba: Dame de la carne paraguisársela yo al sacerdote, según su gusto; pues no he de tomar de ti la carne cocida, sino cruda. 16 Le decía el que inmolaba: Quémese ahora primero la grosura, según el rito, y llévate después todo lo que quisiereis. Mas él respondía diciendo: No, ahora me la darás; de lo contrario, te la quitaré yo por fuerza. 17 Era, pues, el pecado de estos hijos de Helí enorme a los ojos del Señor; por cuanto retraían a la gente de sacrificar al Señor.

18 Entretanto el niño Samuel, revestido de un efod o sobrepelliz de lino, ejercía su ministerio en la presencia del Señor. 19 Y le hacía su madre una túnica pequeña; y se la llevaba los días solemnes, cuando subía con su marido a ofrecer el anual sacrificio solemne. 20 Y bendijo Helí a Elcana y a su mujer, diciéndole a él: El Señor te conceda sucesión de esta mujer en pago de la prenda que has consagrado y depositado en manos del Señor. Después de lo cual se volvieron a su casa. 21 En efecto, el Señor visitó a Ana, la cual concibió y parió tres hijos y dos hijas. Entretanto el niño Samuel iba haciéndose grande en la presencia del Señor.

22 Helí era muy viejo; y llegó a saber el modo de portarse sus hijos con todo el pueblo; y que dormían con la mujeres que venían a velar y a orar en la puerta del Tabernáculo. 23 Y les dijo únicamente: ¿Por qué hacéis todas estas cosas que me dicen de vosotros? ¿esos crímenes detestables de que habla todo el pueblo? 24 No más, hijos míos; que es muy desagradable lo que ha llegado a mis oídos de que hacéis prevaricar al pueblo del Señor. 25 Si un hombre peca contra otro hombre, se puede alcanzar de Dios el perdón; mas si aquel hombre que será el mediador peca contra el Señor, ¿quién rogará por él? No escucharon los hijos de Helí la voz de su padre; porque el Señor había resuelto quitarles la vida. 26 Entretanto el niño Samuel iba adelantando y creciendo, y era grato no menos al Señor que a los hombres.

27 Vino a la sazón un varón de Dios a Helí, y le dijo: Esto dice el Señor: ¿No es así que yo me manifesté visiblemente a la familia de Aarón, tu padre, cuando estaba en Egipto en la casa y bajo el yugo del faraón; 28 y que lo escogí entre todas las tribus de Israel por sacerdote mío para que subiese a ofrecer sobre mi altar, y me quemase perfume y anduviese vestido del efod en mi presencia; y di a la casa de tu padre una parte en todos los sacrificios de los hijos de Israel? 29 Pues, ¿cómo habéis hollado o envilecido mis víctimas y mis dones, que yo mandé ofrecer en el templo, y has tenido tú más respeto a tus hijos que a mí, comiendo con ellos lo principal o mejor de todos los sacrificios de mi pueblo de Israel?

30 Por tanto, el Señor Dios de Israel dice: Yo había declarado y prometido que tu familia y la familia de tu padre serviría el ministerio del sumo sacerdocio delante de mí perpetuamente. Mas ahora dice el Señor: Lejos de mí tal cosa, porque yo honraré a todo el que me glorificare; pero los que me menospreciaren, serán deshonrados. 31 He aquí que llega el tiempo en que cortaré tu brazo o tu poder, y el brazo de la casa de tu padre; de suerte que no haya anciano en vuestra familia.

32 Y cuando todo Israel esté en medio de la prosperidad, verás a tu rival en el templo; mientras en tu casa no habrá jamás anciano. 33 Con todo no apartaré absolutamente a tus descendientes de mi altar; pero será para que, viéndolo llores continuamente de envidia y se consuma de dolor tu alma; y una gran parte de tu casa morirá al llegar a la edad varonil. 34 Y te servirá de señal esto que acontecerá a tus dos hijos Ofni y Finees, a saber, que en un día morirán ambos. 35 Y yo me proveeré de un sacerdote fiel, que obre según mi corazón y mi alma; y le fundaré una casa sólida y duradera, y caminará siempre delante de mí ungido. 36 Entonces sucederá que todo aquel que hubiese quedado de tu casa y familia, vendrá para que se interceda por él con el sumo sacerdote, a fin de que se le dé una pequeña moneda de plata y una torta de pan; y dirá: Te suplico que me admitas a algún ministerio sacerdotal; para poder comer un bocado de pan.
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