ENTONCES sacó Samuel una redomita de óleo o bálsamo, y la derramó sobre la cabeza de Saúl, y lo besó, diciendo: He aquí que el Señor te ha ungido para príncipe sobre su herencia y tú librarás a su pueblo de las manos de sus enemigos que la rodean. Esta señal tendrás de que Dios te ha ungido para príncipe:

2 Cuando hoy te hayas separado de mí encontrarás dos hombres junto al sepulcro de Raquel, en la frontera de Benjamín, hacia la parte meridional, que te dirán: Se han hallado ya las burras que fuiste a buscar; y no pensando ya tu padre en ellas, está inquieto por causa de vosotros, y dice: ¿Qué le habrá sucedido a mi hijo?; 3 y luego que partas de allí, y pases más adelante, llegando a la encina del Tabor, encontrarás tres hombres, que irán a adorar a Dios en Betel, uno que llevará tres cabritos, otro tres hogazas de pan, y el tercero una bota de vino; 4 y habiéndote saludado te darán dos panes, que tú recibirás de su mano. 5 Después que llegues al collado de Dios, donde está el presidio de los filisteos, y entres en la ciudad, encontrarás una compañía o coro de profetas, que bajan del lugar excelso, precedidos de salterio, tambor, y flauta, y cítara y ellos profetizando. 6 Y te arrebatará el espíritu del Señor, y profetizarás con ellos, y quedarás mudado en otro hombre. 7 Cuando vieres, pues, cumplidas todas estas señales, haz osadamente cuanto te ocurra deber hacer, porque contigo está el Señor. 8 Después descenderás antes que yo a Gálgala (donde iré yo a encontrarte), para ofrecer holocaustos y sacrificar víctimas pacíficas al Señor. Me aguardarás siete días, hasta tanto que yo llegue, y te declararé lo que debes hacer.

9 Así que Saúl volvió las espaldas, y se separó de Samuel, le mudó Dios el corazón en otro, y le sucedieron aquel día todas estas señales. 10 En efecto, llegados al collado arriba dicho, he aquí que se encuentra con un coro de profetas; y arrebatado del espíritu del Señor se puso a profetizar o cantar en medio de ellos. 11 Y viendo los que le habían conocido poco antes, como estaba con los profetas y profetizando, se dijeron unos a otros: ¿Qué es esto que ha sucedido al hijo de Cis? Pues, ¿también Saúl es uno de los profetas? 12 Sobre lo cual respondieron algunos: Y ¿quién es el padre de estos otros profetas? Por donde pasó a proverbio: Pues, ¿también Saúl es uno de los profetas?

13 Y cesó Saúl de profetizar, y se fue al lugar alto, a Gabaa, su patria. 14 Y un tío suyo le dijo a él y a su criado: ¿A dónde habéis ido? Le respondieron: A buscar las burras; y no habiéndolas encontrado; nos dirigimos a Samuel. 15 Le dijo su tío: Cuéntame lo que te ha dicho Samuel. 16 Le respondió Saúl: Nos hizo saber que habían aparecido las burras. Mas no le descubrió nada de lo que Samuel le había dicho acerca del reino.

17 Después de esto convocó Samuel al pueblo delante del Señor, en Masfa. 18 Y dijo a los hijos de Israel: Esto dice el Señor Dios de Israel: Yo saqué a Israel de Egipto, y os libré de las manos de todos los reyes que os oprimían. 19 Mas vosotros en el día habéis desechado a vuestro Dios, solo el cual os ha salvado de todos los males y tribulaciones, y habéis dicho: No más así, establécenos un rey que nos gobierne. Ahora, pues, presentaos delante del Señor por orden de vuestras tribus y familias.

20 Y sorteó Samuel todas las tribus de Israel, y cayó la suerte sobre la tribu de Benjamín. 21 Sorteó después las familias de la tribu de Benjamín, y tocó la suerte a la familia de Metri, y finalmente a Saúl, hijo de Cis. Lo buscaron luego, mas no pudieron encontrarlo. 22 Con esto consultaron al Señor para saber si comparecería allí Saúl. A lo que respondió el Señor: A estas horas está escondido en su casa. 23 Fueron, pues, corriendo, y lo trajeron de allí; y así que estuvo en medio del pueblo, se vio que era más alto que todos los demás todo lo que va de hombros arriba. 24 Dijo entonces Samuel a todo el pueblo: Ya véis a quien ha elegido el Señor, y que no hay en todo el pueblo uno semejante a él. Y gritó todo el pueblo, diciendo: ¡Viva el rey!

25 En seguida expuso Samuel al pueblo la ley de la monarquía, y la escribió en un libro, que depositó en el Tabernáculo delante del Señor; después de lo cual despidió Samuel a todo el pueblo, cada cual a su casa. 26 También Saúl se fue a su casa, en Gabaa; siguiéndole parte del ejército, aquellos cuyos corazones había movido el Señor. 27 Al contrario los hijos de Belial, o los desobedientes al Señor, dijeron: ¿Por ventura podrá éste salvarnos? Y le despreciaron, y no le ofrecieron los donativos acostumbrados; mas él disimuló, haciendo como que no lo entendía.

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