CRISTO es mi testigo de que os digo la verdad; y mi conciencia da testimonio, en presencia del Espíritu Santo, de que no miento, 2 al asegurarnos que estoy poseído de una profunda tristeza y de continuo dolor en mi corazón, 3 hasta desear yo mismo ser apartado de Cristo por la salud de mis hermanos, que son mis deudos según la carne,

4 los cuales son los israelitas, de quienes es la adopción de hijos de Dios, y la gloria y la alianza, y la legislación, y el culto, y las promesas,

5 cuyos padres son los patriarcas, y de quienes desciende el mismo Cristo según la carne, el cual es Dios, bendito sobre todas las cosas por siempre jamás. Amén. 6 Pero no por eso la palabra de Dios deja de tener su efecto. Porque no todos los descendientes de Israel son verdaderos israelitas; 7 ni todos los que son del linaje de Abrahán son por eso hijos suyos y herederos; pues por Isaac, le dijo Dios, se contará tu descendencia.

8 Es decir, no los que son hijos de la carne, éstos son hijos de Dios; sino los que son hijos de la promesa, ésos se cuentan por descendientes de Abrahán.

9 Porque las palabras de la promesa son éstas: Por este mismo tiempo dentro de un año vendré; y Sara tendrá un hijo.

10 Mas no solamente se vio esto en Sara, sino también en Rebeca, que concibió de una vez dos hijos de Isaac, nuestro padre.

11 Pues antes que los niños naciesen, ni hubiesen hecho bien, ni mal alguno (a fin de que se cumpliese el designio de Dios en la elección), 12 no en vista de sus obras, sino por el llamamiento y elección de Dios, se le dijo:

13 El mayor ha de servir al menor, como en efecto está escrito: He amado más a Jacob , y he aborrecido a Esaú.

14 ¿Pues qué diremos a esto?; ¿por ventura cabe en Dios injusticia? Nada menos. 15 Pues Dios dice a Moisés: Usaré de misericordia con quien yo quiera usarla, y tendré compasión de quien yo quiera tenerla.

16 Así que no es obra del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que usa de misericordia. 17 Dice también al faraón en la Escritura: A este fin te levanté, para mostrar en ti mi poder; y para que mi Nombre sea celebrado por toda la tierra.

18 De donde se sigue que con quien quiere usa de misericordia, y endurece o abandona en su pecado al que quiere. 19 Pero tú me dirás: ¿Pues cómo es que se queja Dios, o se enoja?; porque, ¿quién puede resistir a su voluntad? 20 Mas, ¿quién eres tú, ¡oh hombre!, para reconvenir a Dios? ¿Un vaso de barro dice acaso al que le labró: Por qué me has hecho así?

21 Pues qué, ¿no tiene facultad el alfarero para hacer de la misma masa de barro, un vaso para usos honrosos, y otro al contrario para usos viles?

22 Nadie puede quejarse si Dios, queriendo mostrar en unos su justo enojo, y hacer patente su poder, sufre con mucha paciencia a los que son vasos de ira, dispuestos para la perdición, 23 a fin de manifestar las riquezas de su gloria en los que son vasos de misericordia, que él preparó o destinó para la gloria;

24 y ha llamado a ella, como a nosotros, no solamente de entre los judíos, sino también de entre los gentiles, 25 conforme a lo que dice por Oseas: Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo; y amado, al que no era amado; y objeto de misericordia, al que no había conseguido misericordia.

26 Y sucederá que en el mismo lugar en que se les dijo: Vosotros no sois mi pueblo, allí serán llamados hijos de Dios vivo.

27 Por otra parte Isaías exclama con respecto a Israel: Aun cuando el número de los hijos de Israel fuese igual al de las arenas del mar, sólo un pequeño residuo de ellos se salvará.

28 Porque Dios en su justicia reducirá su pueblo a un corto número; el Señor hará una gran rebaja sobre la tierra. 29 Y antes había dicho el mismo Isaías: Si el Señor de los ejércitos no hubiese conservado a algunos de nuestro linaje, hubiéramos venido a quedar semejantes a Sodoma y Gomorra.

30 Esto supuesto, ¿qué diremos sino que los gentiles, que no seguían la justicia, han abrazado la justicia, aquella justicia que viene de la fe; 31 y que, al contrario, los israelitas que seguían con esmero la ley de la justicia, o la ley mosaica, no han llegado a la ley de la justicia, o a la justicia de la ley? 32 ¿Y por qué causa? Porque no la buscaron por la fe, sino por las solas obras de la ley; y tropezaron en Jesús , como en piedra de escándalo,

33 según aquello que está escrito: Mirad que yo voy a poner en Sión una piedra de tropiezo, y piedra de escándalo para los incrédulos; pero cuantos creerán en él, no quedarán confundidos.

Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas