DOS días después era la Pascua , cuando comienzan los ázimos: y los príncipes de los sacerdotes y los escribas andaban trazando como prender a Jesús con engaño y quitarle la vida.

2 Mas no será, decían, en la fiesta, para que no se amotine el pueblo. 3 Hallándose Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, estando a la mesa, entró su mujer con un vaso de alabastro lleno de ungüento o perfume hecho de la espiga del nardo, de mucho precio, y quebrando el vaso, derramó el bálsamo sobre la cabeza de Jesús .

4 Algunos de los presentes irritados interiormente, decían: ¿A qué fin desperdiciar ese perfume, 5 siendo así que se podía vender en más de trescientos denarios, y dar el dinero a los pobres? Con este motivo bramaban contra ella. 6 Mas Jesús les dijo: Dejadla, ¿por qué la molestáis? La obra que ha hecho conmigo es buena, 7 pues a los pobres los tenéis siempre con vosotros, y podéis hacerles bien cuando quisiereis; mas a mí no me tendréis siempre. 8 Ella ha hecho cuanto estaba en su mano; se ha anticipado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura.

9 En verdad os digo que doquiera que se predicare este mensaje de salvación por todo el mundo, se contará también en memoria o alabanza de esta mujer lo que acaba de hacer. 10 Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, salió a verse con los sumos sacerdotes, para entregarles a Jesús .

11 Los cuales cuando le oyeron, se holgaron mucho, y prometieron darle dinero. Y él ya no buscaba sino ocasión oportuna para entregarle.

12 El primer día, pues, de los ázimos en que sacrificaban el cordero pascual, le dijeron los discípulos: ¿A dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de la Pascua ?

13 Y Jesús envió a dos de ellos, diciéndoles: Id a la ciudad, y encontraréis a un hombre que lleva un cántaro de agua, seguidle. 14 Y en dondequiera que entrare, decid al amo de la casa, que el Maestro os envía a decir: ¿Dónde está la sala en que he de celebrar la cena de la Pascua con mis discípulos? 15 Y él os mostrará una pieza de comer grande, bien arreglada; preparadnos allí lo necesario. 16 Fueron, pues, los discípulos, y llegando a la ciudad, hallaron todo lo que les había dicho, y dispusieron las cosas para la Pascua . 17 Puesto ya el sol, fue Jesús allá con los doce.

18 Y estando a la mesa, y comiendo, dijo Jesús : En verdad os digo, que uno de vosotros, que come conmigo, me hará traición.

19 Comenzaron entonces ellos a entristecerse y a decirle uno después de otro: ¿Seré yo acaso? 20 El les respondió: Es uno de los doce, uno que mete conmigo la mano o moja en un mismo plato.

21 Verdad es que el Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel hombre, por quien el Hijo del hombre será entregado! Mejor sería para tal hombre no haber nacido.

22 Durante la cena, tomó Jesús pan, y bendiciéndolo lo partió, y se los dio, y les dijo: Tomad, éste es mi cuerpo.

23 Y cogiendo el cáliz, dando gracias se lo alargó; y bebieron todos de él. 24 Y les dijo: Esta es la sangre mía de la nueva alianza, la cual será derramada por muchos. 25 En verdad os digo, que de hoy más no beberá de este fruto de la vid, hasta el día en que lo beba nuevo en el reino de Dios. 26 Y dicho el himno de acción de gracias, salieron hacia el monte de los Olivos. 27 Antes de partir les dijo aún Jesús : Todos os escandalizaréis por ocasión de mí esta noche, según está escrito: Heriré al pastor, y se descarriarán las ovejas.

28 Pero resucitando me pondré a vuestro frente en Galilea.

29 Pedro le dijo entonces: Aun cuando fueres para todos los demás un objeto de escándalo, no lo serás para mí.

30 Jesús le replicó: En verdad te digo, que tú, hoy mismo esta noche, antes de la segunda vez que cante el gallo, tres veces me negarás.

31 El no obstante se afirmaba más y más en lo dicho, añadiendo: Aunque me sea forzoso morir contigo, yo no te negaré. Y lo mismo decían todos los demás.

32 En esto llegan a la granja llamada Getsemaní. Y dice a sus discípulos: Sentaos aquí mientras yo hago oración.

33 Y llevándose consigo a Pedro, y a Santiago, y a Juan, comenzó a atemorizarse y angustiarse. 34 Y les dijo: Mi alma siente angustias de muerte; aguardad aquí y estad en vela. 35 Y apartándose un poco adelante, se postró en tierra; y suplicaba que, si se pudiese, se alejase de él aquella hora:

36 ¡Oh Padre, Padre!, decía, todas las cosas te son posibles, aparta de mí este cáliz. Mas no sea lo que yo quiero, sino lo que tú. 37 Viene después a los tres, y los halló dormidos. Y dice a Pedro: ¿Simón, tú duermes?, ¿aun no has podido velar una hora? 38 Velad, y orad para que no caigáis en la tentación. El espíritu a la verdad está pronto, pero la carne es flaca. 39 Se fue otra vez a orar, repitiendo las mismas palabras. 40 Y habiendo vuelto, los encontró de nuevo dormidos (porque sus ojos estaban cargados de sueño) y no sabían qué responderle. 41 Al fin vino tercera vez, y les dijo: Ea, dormid y reposad... Pero basta ya, la hora es llegada. Y ved aquí que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. 42 Levantaos de aquí, y vamos, que ya el traidor está cerca.

43 Estando todavía hablando, llega Judas Iscariote, uno de los doce, acompañado de mucha gente, con espadas y con garrotes, enviada por los príncipes de los sacerdotes, por los escribas y por los ancianos.

44 El traidor les había dado una seña, diciendo: A quien yo besare, él es, prendedlo y conducidlo con cautela. 45 Así al punto que llegó, arrimándose a Jesús , le dijo: Maestro mío, Dios te guarde. Y lo besó. 46 Ellos entonces le echaron las manos, y le aseguraron. 47 Entretanto uno de los presentes (Pedro) desenvainando la espada, hirió a un criado del sumo sacerdote, y le cortó una oreja. 48 Jesús , tomando la palabra, les dijo: ¿Como si yo fuese algún ladrón, habéis salido a prenderme con espadas y con garrotes? 49 Todos los días estaba entre vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis. Pero es necesario que se cumplan las Escrituras. 50 Entonces sus discípulos, abandonándolo, huyeron todos.

51 Pero cierto mancebo lo iba siguiendo envuelto solamente en una sábana o lienzo sobre sus carnes, y los soldados lo cogieron. 52 Mas él soltando la sábana, desnudo se escapó de ellos. 53 Jesús fue conducido a casa del sumo sacerdote, donde se juntaron todos los sacerdotes, y los escribas, y los ancianos.

54 Pedro como quiera le fue siguiendo a lo lejos, hasta dentro del palacio del sumo sacerdote, donde se sentó al fuego con los criados, y estaba calentándose.

55 Mientras tanto los príncipes de los sacerdotes, con todo el concilio, andaban buscando contra Jesús algún testimonio, para condenarle a muerte, y no lo hallaban.

56 Porque dado que muchos atestiguaban falsamente contra él, los tales testimonios no estaban acordes, ni eran suficientes para condenarlo a muerte. 57 Comparecieron algunos que alegaron contra él este falso testimonio: 58 Nosotros le oímos decir: Yo destruiré este templo hecho de mano de los hombres, y en tres días construiré otro sin obra de mano alguna.

59 Pero tampoco en este testimonio estaban acordes. 60 Entonces el sumo sacerdote levantándose en medio del congreso, interrogó a Jesús , diciéndole; ¿No respondes nada a los cargos que te hacen éstos? 61 Jesús callaba, y nada respondió. Lo interrogó el sumo sacerdote nuevamente, y le dijo: ¿Eres tú el Cristo , o Mesías, el Hijo de Dios bendito? 62 A esto le respondió Jesús : Yo soy; y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra de la majestad de Dios, y venir sobre las nubes del cielo.

63 Al punto, el sumo sacerdote, rasgando sus vestiduras, dijo: ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? 64 Vosotros mismos habéis oído la blasfemia, ¿qué os parece? Y todos ellos lo condenaron por reo de muerte. 65 Y luego empezaron algunos a escupirle, y tapándole la cara, le daban golpes, diciéndole: Profetiza, o adivina quién te ha dado; y los guardianes del templo le daban bofetadas.

66 Entretando, hallándose Pedro abajo en el patio, vino una de las criadas del sumo sacerdote;

67 y viendo a Pedro que se estaba calentando, clavados en él los ojos, le dijo: Tú también andabas con Jesús Nazareno.

68 Mas él lo negó, diciendo: Ni le conozco, ni sé lo que dices. Y saliéndose fuera del zaguán, cantó el gallo. 69 Reparando de nuevo en él la criada, empezó a decir a los presentes: Sin duda éste es de aquéllos.

70 Mas él lo negó segunda vez. Un poquito después, los que estaban allí decían nuevamente a Pedro: Seguramente tú eres de ellos, pues eres también galileo.

71 Aquí comenzó a echarse maldiciones, y a asegurar con juramento: Yo no conozco a ese hombre de que habláis. 72 Y al instante cantó el gallo la segunda vez. Con lo que se acordó Pedro de la palabra que Jesús le había dicho: Antes de cantar el gallo por segunda vez, tres veces me habrás ya negado. Y comenzó a llorar.

Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas