Y avisaron a Joab que el rey estaba llorando y que hacía duelo por su hijo; 2 con lo que la victoria en aquel día se convirtió en luto para todo el ejército; pues la gente oyó decir aquel día: El rey está traspasado de dolor por causa de su hijo. 3 Y así las tropas se abstuvieron de hacer su entrada en la ciudad, como suele abstenerse un ejército derrotado que viene huyendo de una batalla. 4 El rey cubrió su cabeza, y exclamaba en alta voz: ¡Hijo mío Absalón! ¡Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío!

5 Mas Joab entrando en la casa donde el rey estaba, le dijo: Tú has cubierto hoy de confusión los rostros de todos tus siervos, que han salvado tu vida y la vida de tus hijos e hijas, y la vida de tus esposas o reinas, y la de tus demás mujeres secundarias. 6 Amas a los que te aborrecen, y aborreces a los que te aman, y hoy has mostrado que nada se te da de tus capitanes, ni de tus soldados; y verdaderamente acabo de conocer ahora que si Absalón viviese y todos nosotros hubiésemos perecido, entonces estarías contento. 7 Ahora, pues, ven y sal afuera, habla a tus soldados y manifiéstales que estás satisfecho de ellos; porque yo te juro por el Señor, que si tú no sales, ni un hombre solo ha de quedar contigo esta noche; y te hallarás en un peligro, el mayor de cuantos has tenido desde tu juventud hasta hoy. 8 Con esto salió el rey y se sentó a la puerta de la ciudad; y sabiendo el pueblo que el rey estaba allí, vino toda la gente a presentarse delante de él. Entretanto los de Israel huyeron a sus tiendas.

9 Además todo el pueblo esparcido por todas las tribus de Israel, a competencia decía: El rey nos libró del poder de nuestros enemigos, él nos salvó de las manos de los filisteos; y ahora ha tenido que huir de esta tierra por causa de Absalón. 10 Y pues que Absalón, a quien ungimos por nuestro rey, ha muerto en la batalla, ¿qué es lo que esperáis? ¿Por qué no hacéis volver al rey? 11 Advertido el rey David de esta buena disposición de todo Israel a su favor, envió a decir a los sacerdotes Sadoc y Abiatar: Hablad a los ancianos de Judá y decidles: ¿Cómo sois los últimos en procurar que el rey vuelva a su casa? 12 Vosotros sois hermanos míos, sois carne y sangre mía; ¿por qué, pues, sois los postreros en hacer volver al rey? 13 Decid también de mi parte a Amasa: Por ventura ¿no eres tú carne y sangre mía? No me haga el Señor ningún bien, y sí mucho mal, si no te hiciere general perpetuo de mis tropas, en vez de Joab. 14 De esta suerte ganó el corazón de todos los varones de Judá, como si fuesen un solo hombre, y unánimemente enviaron a decir al rey: Vuelve con todos los tuyos.

15 Volvió, pues, el rey, y vino hasta el Jordán; y todo Judá fue hasta Gálgala para recibir al rey, y hacer que pasase el Jordán. 16 También Semei, hijo de Gera de la tribu de Benjamín, natural de Bahurim, acudió a toda prisa, y vino con los de la tribu de Judá a encontrar al rey David,

17 con mil hombres de Benjamín, e iba con ellos Siba, criado de la casa de Saúl, con sus quince hijos y veinte siervos. Y rompiendo por el Jordán para ponerse delante del rey, 18 atravesaron el vado, a fin de hacer pasar la familia del rey, y ponerse a sus órdenes. Luego que el rey hubo pasado el Jordán, Semei, hijo de Gera, postrándose a sus pies, 19 le dijo: No quieras castigar, señor, mi maldad, ni te acuerdes de las injurias recibidas de tu siervo el día que saliste, oh rey y señor mío, de Jerusalén , y no las conserves, oh rey, en tu corazón; 20 porque reconozco yo, tu siervo, el crimen que cometí, y por eso he venido hoy el primero de toda la casa de José a recibir al rey mi señor. 21 A lo que respondiendo Abisai, hijo de Sarvia, dijo: ¿Cómo? ¿Y por estas palabras se ha de escapar de la muerte Semei, habiendo maldecido al ungido del Señor? 22 Mas David dijo: ¿Qué tengo yo que hacer con vosotros, oh hijos de Sarvia? ¿Por qué hacéis hoy conmigo el oficio de diablos o tentadores? ¿Es hoy día de hacer morir a un hijo de Israel? ¿Puedo acaso olvidar que en este día he sido hecho nuevamente rey de Israel? 23 Y así dijo a Semei: No morirás. Y se lo juró.

24 También Mifiboset, hijo de Saúl, descendió al encuentro del rey, y en señal de dolor no se había lavado los pies, ni hecho la barba, ni mudado sus vestidos desde el día que salió el rey de Jerusalén , hasta que regresó felizmente. 25 Se presentó, pues, al rey en Jerusalén , y le dijo el rey: ¿Por qué no fuiste conmigo, Mifiboset? 26 El cual respondió: ¡Ah! mi criado, oh rey y señor mío, se burló de mí, pues estando como estoy impedido de las piernas, le había dicho que me aparejase un asno para montar y seguirte; 27 y sobre no hacerlo, fue a calumniarme a mí, siervo tuvo, delante de ti, que eres mi rey y señor; mas tú, oh señor y rey mío, tú eres como un ángel de Dios; haz lo que fuere de tu agrado.

28 Porque la casa de mi padre no ha recibido del rey mi señor, sino la muerte; y con todo me colocaste a mí, siervo tuyo, entre los que comen en tu mesa; ¿de qué, pues, puedo yo quejarme justamente?, o ¿cómo podré todavía reclamar nada del rey? 29 Mas el rey le dijo: ¿Para qué te cansas en hablar más? Ya te tengo dicho que tú y Siba os repartáis las posesiones. 30 Sobre lo cual respondió Mifiboset al rey: Tómelo todo si quiere, puesto que el rey, mi señor, ha vuelto felizmente a su casa.

31 Asimismo Berzellai de Galaad, saliendo de Rogelim, acompañó al rey en el paso del Jordán, dispuesto a seguirlo aun a la otra parte del río. 32 Era este Berzellai, galaadita, muy anciano, es a saber de ochenta años; y el mismo que proveyó de víveres al rey mientras moraba en los campamentos o en Mahanaim, porque era hombre riquísimo.

33 Le dijo, pues, el rey: Vente conmigo para que descanses y vivas felizmente en mi compañía en Jerusalén . 34 A lo que respondió Berzellai al rey: ¿Y estoy yo en edad ahora de ir con el rey a Jerusalén ? 35 Ochenta años tengo en el día; ¿acaso tienen vigor mis sentidos para discernir entre lo dulce y lo amargo? ¿O puede deleitar a tu siervo la comida y bebida? ¿O está ya para oír la voz de los cantores y cantoras? ¿A qué fin tu siervo ha de servir de carga al rey, mi señor?

36 Te acompañará tu siervo un poco más allá del Jordán. Por lo demás, no necesito de esa recompensa o mudanza de vida; 37 y te suplico que dejes volver a este tu siervo a morir en su patria, y a que sea sepultado junto a su padre y a su madre. Aquí tienes a mi hijo Camaán, tu siervo; éste puede ir contigo, mi rey y señor; y haz con él lo que bien te parezca. 38 Le respondió el rey: Venga, pues, conmigo Camaán; yo haré por él todo lo que quisieres; y cuanto tú me pidieres te será concedido. 39 Finalmente, habiendo pasado el rey el Jordán con toda la gente, besó a Berzellai, lo llenó de bendiciones; y volvió Berzellai a su casa. 40 El rey marchó a Gálgala, llevando a Camaán en su compañía. Cuando pasó el rey el Jordán le acompañaba toda la tribu de Judá, y solamente se había hallado allí la mitad del pueblo de Israel.

41 y así todos los de Israel acudiendo juntos al rey, le dijeron: ¿Por qué razón nuestros hermanos los de Judá se han apoderado de ti, haciendo pasar el Jordán a nuestro rey, y a su familia y a toda su comitiva? 42 Es, respondieron todos los de Judá a los de Israel, porque el rey nos pertenece más de cerca que a vosotros. Pero, ¿y por qué os habéis de enojar por eso? ¿Por ventura hemos comido a expensas del rey, o recibido de él algunos regalos? 43 Replicaron los de Israel a los de Judá, diciendo: Diez veces valemos más que vosotros para con el rey; y David, como rey, más nos pertenece a nosotros, que a vosotros. ¿Por qué nos habéis hecho este agravio, y no se nos avisó a nosotros primero, para que fuésemos y trajésemos nuestro rey? Pero los de Judá respondieron con mucha aspereza y tesón a los de Israel.
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