Concordancia

Sagrada Biblia (Torres Amat)

señora

Gen 16:4 El cual la recibió por tal o cohabitó con ella. Pero Agar sintiéndose embarazada comenzó a despreciar a su señora.
Gen 39:7 por lo que al cabo de muchos días puso su señora los ojos en él, y le dijo: Duerme conmigo.
IV Rey 4:8 Pasaba un día Eliseo por la ciudad de Sunam, y había en ella una señora de gran consideración, que lo detuvo a comer; y como pasase por allí frecuentemente, se detenía a comer en dicha casa.
IV Rey 4:9 Y dijo la señora a su marido: Advierto que este hombre que pasa con frecuencia por nuestra casa, es un varón santo de Dios.
IV Rey 5:3 la cual dijo a su señora: ¡Ah si mi amo fuera a verse con el profeta que está en Samaria! Sin duda se curaría de la lepra.
Est 15:7 La otra camarista iba detrás de su señora, llevándole la falda que arrastraba por el suelo.
Salm 122:2 Como los ojos de los siervos están mirando siempre las manos o insinuaciones de sus amos, como la esclava tiene fijos sus ojos en las manos de su señora, así nuestros ojos están clavados en el Señor Dios nuestro, para moverle a que se apiade de nosotros.
Isa 23:4 Avergüénzate, ¡oh Sidón!, pues así habla esta ciudad del mar, la señora del mar: Tú que dices: No concebí, ni parí, y no crié mancebos, ni eduqué doncellas hasta la edad florida.
Isa 24:2 Y como el pueblo, así será tratado el sacerdote; y como el esclavo, así su señor; como la sierva, así su señora; como el que compra, así el que vende; como el que da prestado, así el que recibe; como el acreedor, así el deudor.
Isa 47:5 Tú, ¡oh hija de los caldeos!, infeliz Babilonia, guarda un mudo silencio, y escóndete en las tinieblas; porque ya no te llamarán más la señora de los reinos.
Lam 1:1 ¡Cómo ha quedado solitaria la ciudad antes tan populosa! La señora de las naciones ha quedado como viuda desamparada; la soberana de las provincias es ahora tributaria.
Abd 1:17 Mas sobre el monte santo de Sión allí habrá después salvación, y allí habitará el Santo de los santos; y la casa de Jacob será señora de los que antes la habían dominado.
II Jn 1:1 El presbítero a la señora Electa y a sus hijos, a los cuales yo amo de veras, y no sólo yo, sino también todos los que han conocido la verdad.
II Jn 1:5 Por eso ahora, señora, te ruego, no ya escribiéndote un nuevo mandamiento, sino el mismo que tuvimos desde el principio , que nos amemos unos a otros.