SALMO de David, para Jeremias. En las márgenes de los ríos del país de Babilonia, allí nos sentábamos, y nos poníamos a llorar, acordándonos de ti, ¡oh Sión! 2 Allí colgamos de los sauces nuestros músicos instrumentos. 3 Los mismos que nos habían llevado esclavos, nos pedían que les cantásemos nuestros cánticos; los que nos habían arrebatado de nuestra patria, decían: Cantadnos algún himno de los que cantabais en Sión. 4 ¿Cómo hemos de cantar los cánticos del Señor, les respondíamos, en tierra extraña? 5 ¡Ah! Si me olvidare yo de ti, oh Jerusalén , entregada sea al olvido, seca quede mi mano diestra. 6 Pegada quede al paladar la lengua mía, si no me acordare de ti, oh Sión santa; si no me propusiere a Jerusalén por el primer objeto de mi alegría. 7 Acuérdate, ¡oh Señor!, de los hijos de Edom, los cuales en el día de la ruina de Jerusalén decían: Arrasadla, arrasadla hasta sus cimientos. 8 ¡Desventurada hija, o ciudad, de Babilonia! Afortunado sea aquel que te diere el pago de lo que nos ha hecho tu padecer a nosotros. 9 Dichoso sea aquel que ha de coger algún día en sus manos a tus niños, y estrellarlos contra una peña.

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