SAÚL habló a Jonatás su hijo, y a todos sus criados o cortesanos, a fin de que matasen a David. Mas Jonatás, hijo de Saúl, amaba cordialmente a David; 2 y así le avisó, diciendo: Saúl, mi padre, busca cómo matarte; te ruego, pues, que mires por ti y te vayas mañana a un lugar oculto, en el cual te estés escondido, 3 en el campo, donde quieras; mientras yo procuraré estar con mi padre, y le hablaré de ti, y te haré saber cuanto hubiere observado. 4 Habló, pues, Jonatás a Saúl, su padre, a favor de David, y le dijo: No hagas daño, oh rey, a David, siervo tuyo; puesto que nada malo ha obrado contra ti, antes bien te ha hecho servicios importantísimos. 5 El puso su vida en el mayor riesgo, y mató al filisteo; con el cual dio el Señor una gran victoria a todo Israel. Tú lo viste y te llenaste de gozo. Pues, ¿por qué quieres ahora pecar, derramando sangre inocente, matando a David que no es culpable de nada? 6 Oyendo esto Saúl, y aplacado con las razones de Jonatás, hizo este juramento: Vive el Señor que no se le quitará la vida. 7 Llamó luego Jonatás a David; y le contó todas estas cosas, y lo presentó nuevamente a Saúl, y se quedó David en la corte de Saúl, como antes. 8 Se suscitó de nuevo la guerra; y saliendo David a campaña peleó contra los filisteos, y destrozando gran número de ellos, ahuyentó los demás.

9 Mas el espíritu malo, permitiéndolo el Señor, asaltó otra vez a Saúl. Estaba éste sentado en su palacio, y tenía una lanza en la mano; y mientras David tañía el arpa delante de él, 10 tiró Saúl a traspasarle con la lanza y clavarle en la pared. Mas David declinó el golpe; y la lanza, sin haberle herido, fue a dar en la pared; y escapó David al instante, y se libertó aquella noche. 11 Saúl envió en seguida a sus guardias a la casa de David para que lo asegurasen y lo matasen al otro día por la mañana. Pero se lo avisó a David su esposa Micol, diciendo: Si esta noche no te pones a salvo, mañana morirás. 12 Y lo descolgó Micol por una ventana; y de esta suerte escapó David, y huyendo se puso a salvo. 13 En seguida tomó Micol una estatua o bulto, y la puso sobre la cama de David, y le envolvió la cabeza con una piel peluda de cabra, y cubrió la estatua con la ropa de la cama. 14 Envió, pues, Saúl guardias a prender a David; y se le respondió que estaba enfermo. 15 Despachó segunda vez otras gentes con orden de ver a David, diciéndoles: Traédmelo acá en su cama, para que sea muerto. 16 Llegados que fueron allí los enviados de Saúl, hallaron que en la cama sólo había una estatua o bulto, que tenía envuelta la cabeza con una piel de cabra. 17 Por lo que dijo Saúl a Micol: ¿Cómo me has burlado de esta manera, y dejado escapar a mi enemigo? Y respondió Micol a Saúl: Porque él me dijo: Déjame ir, si no te mataré.

18 Así huyó David, y puso a salvo su vida, y fue a encontrar a Samuel en Rámata, y le contó todo cuanto Saúl había hecho con él; y después se fueron ambos a Nayot, donde moraron algún tiempo. 19 Se dio aviso a Saúl, diciéndole: Mira que David está en Nayot de Rámata. 20 Envió, pues, Saúl soldados para prender a David; los cuales habiendo visto un coro de profetas que profetizaban o cantaban alabanzas a Dios, y a Samuel que presidía entre ellos, fueron también arrebatados del espíritu del Señor, y comenzaron a alabar a Dios, como los otros. 21 Habiéndose referido esto a Saúl, envió otros soldados; los cuales asimismo se pusieron a alabar a Dios. Despachó otros por tercera vez, que igualmente se pusieron a cantar las alabanzas de Dios. Entonces Saúl, lleno de cólera, 22 marchó él mismo a Rámata, y habiendo llegado hasta la gran cisterna de Socó, preguntó, diciendo: ¿Dónde se hallan Samuel y David? Y le respondieron: Están allá en Nayot junto a Rámata. 23 Con esto se encaminó a dicho lugar, y se apoderó también de Saúl el espíritu del Señor, e iba cantando por el camino las alabanzas de Dios hasta llegar a Nayot de Rámata. 24 Y despojado de sus vestiduras reales, se puso a cantar con los demás delante de Samuel, y todo lo restante del día y de aquella noche estuvo postrado por tierra, desnudo de toda insignia. De donde aquel proverbio: Pues, ¿también Saúl entre los profetas?

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