POR aquel tiempo Merodac Baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia envió embajadores con cartas y presentes a Ezequías , por haber sabido que había estado enfermo y que había convalecido.

2 Y se alegró mucho de esto Ezequías , y les hizo ver el repuesto o recámara de los aromas, y de la plata, y del oro, y de los bálsamos y de los ungüentos preciosos, y todas las estancias de sus muebles, y todo cuanto se hallaba en sus tesoros. No dejo Ezequías cosa alguna de su casa o en su poder, que no se las mostrara.

3 Mas entró después el profeta Isaías a ver al rey Ezequías , y le preguntó: ¿Qué han dicho esos hombres, y de dónde vienen? Han venido a mí, respondió Ezequías , de lejanas tierras, de Babilonia. 4 ¿Y qué han visto en tu palacio?, repuso Isaías. Han visto todo cuanto hay en él, dijo Ezequías , nada ha quedado por mostrarles de todas mis preciosidades. 5 Entonces dijo Isaías a Ezequías : Escucha la palabra del Señor de los ejércitos: 6 He aquí que vendrá tiempo en que todas las cosas que hay en tu palacio, y cuanto atesoraron tus padres hasta el día de hoy, será todo llevado a Babilonia; no dejarán ahí nada, dice el Señor.

7 Y escogerán de entre tus hijos, que descenderán de ti por línea recta, para que sirvan de eunucos en el palacio del rey de Babilonia. 8 Y respondió Ezequías a Isaías: Justa es la sentencia que ha pronunciado el Señor. Me contento, añadió, con que haya paz y se cumplan en mis días las promesas del Señor.
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