POR este tiempo el profeta Eliseo llamó a uno de los hijos de los profetas, y le dijo: Recoge tus faldas y cíñete, y toma esta vasija de óleo en tu mano, y ve a Ramot de Galaad. 2 Llegado allá irás a verte con Jehú, hijo de Josafat, hijo de Namsi, y luego que entres le llamarás aparte de sus hermanos, y lo meterás en un aposento retirado.

3 Y recogiendo la vasija de óleo, la derramarás sobre tu cabeza, diciendo: Esto dice el Señor: Yo te he ungido rey sobre Israel. Dicho esto abrirás la puerta, y huirás sin detenerte allí. 4 Marchó, pues, este joven, ministro del profeta, a Ramot de Galaad, 5 y entrando en el lugar de la ciudad donde estaban sentados los príncipes del ejército dijo: Una palabra tengo que decirte, oh príncipe. Preguntó Jehú: ¿A quién de todos nosotros? Y le respondió él: A ti, oh príncipe. 6 Al punto se levantó, y entró en un aposento, y el otro derramó el óleo sobre su cabeza, diciendo: Esto dice el Señor Dios de Israel: Yo te he ungido rey del pueblo mío de Israel. 7 Y exterminarás la casa de Acab, tu señor, y yo tomaré venganza de la sangre de mis siervos, los profetas, y de la sangre de todos los siervos del Señor, derramada por Jezabel. 8 Y extirparé toda la familia de Acab, y mataré de la casa de Acab hasta los perros; desde lo más estimado hasta lo más vil y desechado en Israel.

9 Y trataré la casa de Acab como a la casa de Jeroboam, hijo de Nabat, y como la casa de Baasa, hijo de Ahías.

10 Y a Jezabel la comerán los perros en Jezrael, sin que haya quien la entierre. Dicho esto, abrió la puerta y echó a correr.

11 Mas Jehú salió a donde estaban los oficiales de su señor; los cuales le preguntaron: ¿Todo va bien? ¿A qué ha venido a ti ese mentecato? Les respondió Jehú: Vosotros conocéis a ese hombre, y lo que puede haber dicho. 12 No es la verdad, replicaron ellos, pero sea lo que fuere, cuéntanoslo. Jehú les dijo: Tal cosa es lo que me ha dicho; y ha añadido: Esto es lo que dice el Señor: Yo te he ungido por rey de Israel. 13 Se levantaron entonces a toda prisa, y tomando cada uno su propio manto, le pusieron debajo de los pies de Jehú en forma de tribunal; y a son de trompetas lo proclamaron, diciendo: Jehú es nuestro rey.

14 Por tanto se conjuró Jehú, hijo de Josafat, hijo de Namsi, contra Joram; después que éste con todo Israel tenía sitiada la plaza de Ramot de Galaad contra Hazael, rey de Siria,

15 y se había retirado de Jezrael para curarse de las heridas que los siros le habían hecho en el combate contra Hazael, el rey de Siria. Dijo entonces Jehú: Si os parece, nadie salga ni huya de la ciudad, para que no vaya a dar la noticia en Jezrael. 16 Partió luego él, y tomó el camino de Jezrael, donde estaba enfermo Joram; a quien Ocozías, rey de Judá, había ido a visitar. 17 En efecto, el atalaya que estaba sobre la torre de Jezrael, vio la comitiva de Jehú, que venía caminando, y dijo: Allá veo un pelotón de gente. Y dijo Joram: Toma un carro, y despacha alguno que les salga al encuentro; y el que vaya pregunte: ¿Va todo bien? 18 Con esto el que montó en el carro fue corriendo al encuentro de Jehú, y le dijo: Esto dice el rey: ¿Está todo en paz? Respondió Jehú: ¿Qué te importa a ti de la paz, o de la guerra, ponte atrás y sígueme. Al instante el atalaya dio aviso, diciendo: Llegó a ellos el correo y no vuelve. 19 Por lo que despachó Joram un segundo carro de caballos, y así que llegó el correo a Jehú, dijo: Esto dice el rey: ¿Tenemos paz? Mas Jehú respondió: ¿Qué te importa a ti si hay paz? Ponte atrás y sígueme. 20 Luego avisó el atalaya diciendo: Ha llegado hasta ellos, y no vuelve; y el modo de andar del que viene se parece al de Jehú, hijo de Namsi, pues camina con atropellamiento y precipitación.

21 Entonces dijo Joram: Pon el coche. Le pusieron el coche, y salió Joram, rey de Israel, en compañía de Ocozías, rey de Judá, cada cual en su coche y fueron al encuentro de Jehú, y lo hallaron en el campo de Nabot, jezraelita.

22 Apenas vio Joram a Jehú, dijo: ¿Tenemos paz, Jehú? ¿Qué paz puede haber, le respondió, mientras permanecen aún en su vigor las fornicaciones o idolatrías de tu madre Jezabel, y sus muchas hechicerías? 23 Al punto Joram volvió las riendas y echó a huir diciendo Ocozías: Traición, Ocozías. 24 Pero Jehú flechó su arco, y atravesó a Joram por las espaldas, de suerte que la saeta le pasó de parte a parte el corazón y de repente cayó muerto en su coche. 25 Y Jehú le dijo al capitán Badacer: cógelo, y arrójalo en el campo de Nabot, jesraelita; porque me acuerdo cuando tú y yo sentados en el carro de guerra íbamos siguiendo a Acab, padre de éste, el Señor pronunció esta terrible sentencia contra él diciendo: 26 Yo juro, dice el Señor, que en este campo tomaré venganza en ti de la sangre de Nabot y de la sangre de sus hijos, que te vi ayer derramar. Cógelo, pues, y arrójalo en el campo, conforme a la palabra del Señor.

27 Al ver esto Ocozías, rey de Judá, echó a huir por el camino de la casa del huerto. Y corrió Jehú tras él, diciendo: Matad también a éste dentro de su coche. Y lo hicieron en la cuesta de Gaver, junto a Jeblaam, y siguió huyendo hasta Mageddo, donde murió. 28 Y lo pusieron sus criados dentro de su coche; y lo llevaron a Jerusalén . Y lo sepultaron en la ciudad de David en el sepulcro de sus padres. 29 Ocozías había comenzado a reinar sobre Judá el año undécimo de Joram, hijo de Acab.

30 Entró, pues, Jehú en Jezrael. Jezabel, informada de su llegada se pintó los ojos con alcohol, y se adornó la cabeza y se puso en una ventana a mirar 31 cómo entraba Jehú por la puerta de la ciudad, y dijo: ¿Es posible que pueda tener paz o prosperidad éste, que como Zambri ha muerto a su señor?

32 Alzó Jehú la cabeza hacia la ventana y preguntó: ¿Quién es ésa? Y dos o tres eunucos, hicieron a Jehú una profunda reverencia. 33 A los cuales dijo él: Arrojadla de ahí abajo. La arrojaron, y quedó la pared salpicada con su sangre; y la hollaron con sus pies los caballos. 34 Y después que Jehú entró en el palacio para comer y beber, dijo a sus gentes: Id a ver a aquella maldita, y dadle sepultura que al fin es hija de un rey. 35 Y habiendo ido para darle sepultura, no hallaron sino la calavera y los pies, y las extremidades de las manos. 36 Volviendo a Jehú con la noticia, dijo éste: Eso es aquello mismo que pronunció el Señor por medio de su siervo Elías, tesbita, cuando dijo: En el campo de Jezrael comerán los perros las carnes de Jezabel;

37 y estarán las carnes o huesos de Jezabel en el campo de Jezrael, como está el estiércol sobre la faz de la tierra; de suerte que los pasajeros dirán: ¡Y ésta es aquella Jezabel!
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