Y me volví, y levanté los ojos, y vi un volumen que volaba. 2 Y me dijo el ángel: ¿Qué es lo que ves? Yo veo, respondí, un volumen que vuela, y es de unos veinte codos de largo y diez de ancho. 3 A lo que repuso él: Esta es la maldición que se derrama sobre toda la superficie de la tierra; porque todos los ladrones, según lo que allí en el volumen está escrito, serán condenados; y condenados serán igualmente por él todos los perjuros. 4 Yo los sacaré fuera, dice el Señor de los ejércitos, y caerá encima de la casa del ladrón, y del que jura falsamente en medio de sus casas, y las consumirá con sus maderos y piedras.

5 Y salió fuera el ángel que hablaba conmigo, y me dijo: Levanta tus ojos, y mira qué es eso que aparece. 6 Y dije yo: ¿Qué viene a ser eso? Es, respondió, un ánfora o medida que se te pone delante; y añadió: Eso es a lo que atienden ellos en toda la tierra de Israel. 7 Y vi después que traían un talento o quintal de plomo, y vi una mujer sentada en medio del ánfora. 8 Y dijo el ángel: Esta es la impiedad. Y la echó al fondo del ánfora, y puso la porción de plomo sobre la boca de aquella vasija. 9 Y levanté mis ojos, y miré, y he aquí que venían dos mujeres, cuyas alas movía el viento, las cuales eran como alas de milano, y alzaron el ánfora en el aire. 10 Y dije yo al ángel que hablaba conmigo: ¿Adónde llevan ellas el ánfora? 11 A la tierra de Sennaar, me respondió, para que allí se le edifique una casa o habitación, y quede allí colocada y sentada sobre su basa la impiedad.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas