VENGA, pues, mi amado a su huerto, y coma del fruto de sus manzanos. Ya he venido a mi huerto, hermana mía esposa; cogido he ya comido mi panal con la miel mía; bebido he mi vino con mi leche. He dicho: comed vosotros, oh amigos, y bebed, carísimos, hasta saciaros. 2 Dormía yo, y estaba mi corazón velando; y he aquí la voz de mi amado que llama y dice: Abreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, mi inmaculada y purísima: Porque está llena de rocío mi cabeza, y de neblina de la noche mis cabellos. 3 Y le respondí: ¡Válgame Dios, esposo mío!, si ya me despojé de mi túnica, ¿me la he de volver a poner? Lavé mis pies, ¿y me los he de volver a ensuciar? 4 Entonces mi amado metió su mano por la ventanilla de la puerta probando si la abriría, y a este ruido que hizo se conmovió mi corazón. 5 Me levanté luego para abrir a mi amado destilando mirra mis manos, y están llenos de mirra selectísima mis dedos. 6 Alcé, pues, la aldaba de mi puerta para que entrase mi amado; pero él se había ya retirado, y seguido adelante. Mi alma había quedado desmayada al eco de su voz; lo busqué, mas no lo hallé; lo llamé a voces, y no me respondió. 7 Me encontraron las patrullas que rondan la ciudad, me hirieron, y me lastimaron; y me quitaron mi manto, con que me cubría, las centinelas de los muros. 8 Os conjuro, oh hijas de Jerusalén , que si hallareis a mi amado, le contéis cómo desfallezco de amor.

9 ¿Qué tiene tu amado sobre los demás amados, oh hermosísima entre todas las mujeres?; ¿qué hay en tu querido sobre los demás queridos para que así nos conjures que lo busquemos?

10 Mi amado es blanco y rubio; escogido es entre millares de jóvenes. 11 Su cabeza, oro finísimo; sus cabellos, largos y espesos como renuevos de palmas, y negros como el cuervo. 12 Sus ojos como los de las palomas que se ven junto a los arroyuelos de aguas, blancas como si se hubiesen lavado con leche, y que se paran a la orilla de corrientes caudalosísimas. 13 Sus mejillas como dos eras de plantas aromáticas, plantadas por hábiles perfumeros; sus labios, lirios rosados que destilan mirra purísima. 14 Sus manos, de oro, y como hechas a torno, llenas de jacintos; su pecho y vientre como un vaso de marfil guarnecido de zafiros. 15 Sus piernas columnas de mármol, sentadas sobre basas de oro. Su aspecto majestuoso como el del Líbano, y escogido como cedro entre los árboles. 16 Suavísimo el eco de su voz; y en suma, todo él es envidiable. Tal es mi amado, y ése es mi amigo, hijas de Jerusalén .
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas