PARA el fin: Salmo del mismo David. 2 Bienaventurado aquel que piensa en el necesitado y en el pobre; el Señor le librará en el día aciago. 3 Guárdelo el Señor, y confórtelo y hágalo feliz en la tierra, y no lo entregue a discreción de sus enemigos. 4 Consuélelo el Señor cuando se halle postrado en el lecho de su dolor; tú mismo, Señor, lo sostenías en su cama en su enfermedad.

5 En cuanto a mí dije: Señor, ten lástima de mí; sana mi alma, porque pequé contra ti. 6 Prorrumpían mis enemigos en imprecaciones contra mí: ¿Cuándo morirá éste, decían, y se acabará su memoria? 7 Que si alguno entraba a visitarme, hablaba con mentira, tramando en su corazón iniquidades. Salíase afuera y se confabulaba 8 con los otros. Susurraban contra mí todos mis enemigos; todos conspiraban para acarrearme males. 9 Sentencia inicua pronunciaron contra mí. Mas, ¿por ventura el que duerme no volverá a levantarse?

10 Lo que más es, un hombre con quien vivía yo en dulce paz, de quien yo me fiaba, y que comía de mi pan, ha urdido una gran traición contra mí.

11 Pero tú, Señor, ten piedad de mí y levántame, que yo les daré a ellos su merecido. 12 En esto habré conocido que tú me amas; pues no tendrá mi enemigo que holgarse a costa mía. 13 Porque tú me has tomado bajo tu protección a causa de mi inocencia, y me has puesto en lugar seguro ante tu acatamiento por toda la eternidad.

14 Bendito sea el Señor Dios de Israel por los siglos de los siglos. ¡Amén! ¡Amén!
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas