Sagrada Biblia (Torres Amat)
Salmos Capítulo 29 (30 RSV)
ALMO de David, cantado en la dedicacion de la Casa de David.
Te glorificaré, ¡oh Señor!, por haberte declarado protector mío, no dejando que mis enemigos se gozaran a costa de mí.
¡Oh Señor Dios mío!, yo clamé a ti, y me diste la salud.
Tú sacaste, Señor, mi alma del infierno o sepulcro. Tú me salvaste, para que no cayera con los que descienden al profundo.
¡Oh vosotros santos del Señor!, cantadle himnos, y celebrad su memoria sacrosanta.
Porque de su indignación procede el castigo; y de su buena voluntad pende la vida. Hasta la tarde durará el llanto, y al salir la aurora será la alegría.
En medio de mi prosperidad había yo dicho. No experimentaré nunca jamás mudanza alguna.
¡Oh Señor!, tu buena voluntad es la que ha dado consistencia a mi floreciente estado. Apartaste de mí tu rostro, y al instante fui trastornado.
A ti, ¡oh Señor!, clamaré, y a ti, Dios mío, dirigiré mis plegarias.
¿Qué utilidad te acarreará mi muerte, y al descender yo a la corrupción del sepulcro? ¿Acaso el polvo cantará tus alabanzas, o anunciará tus verdades?
Me oyó el Señor, y se apiadó de mí. Se declaró el Señor protector mío.
Trocaste, ¡oh Dios!, mi llanto en regocijo, rasgaste mi cilicio, y me revestiste de gozo,
•
a fin de que sea mi gloria el cantar tus alabanzas, y nunca tenga yo penas. ¡Oh Señor Dios mío!, yo te alabaré eternamente.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
Comentario
Referencia
Ilustración
Atlas