AHORA cantaré a mi amado la canción de mi pariente sobre su viña. Adquirió mi amado una viña en un collado muy fértil,

2 la cual cercó de seto, y la despedregó, y la plantó de cepas escogidas, y edificó una torre en medio de ella, y construyó en ella un lagar, y esperó hasta que diese uvas, y las dio silvestres. 3 Ahora, pues, habitantes de Jerusalén , y vosotros, ¡oh varones de Judá!, sed jueces entre mí y mi viña. 4 ¿Qué es lo que debí hacer, y que no haya hecho por mi viña? ¿Acaso porque esperé que llevase uvas y ella dio agraces? 5 Pues ahora os diré claramente lo que voy a hacer con mi viña: Le quitaré su cerca, y será talada, derribaré su tapia, y será hollada. 6 Y la dejaré que se convierta en un erial; no será podada ni cavada, y crecerán en ella zarzas y espinas, y mandaré a las nubes que no lluevan gota sobre ella.

7 El hecho es que la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá son su plantel delicioso; y me prometí de ellos juicio o acciones justas, y no veo más que iniquidades; y esperé la justicia, y no oigo sino clamores de los oprimidos.

8 ¡Ay de vosotros los que juntáis casa con casa, y agregáis heredades a heredades hasta que no queda ya más terreno! ¿Por ventura habéis de habitar vosotros solos en medio de la tierra? 9 Llegan a mis oídos estas cosas, dice el Señor de los ejércitos, os aseguro que muchas casas grandes y hermosas quedarán desiertas y sin morador. 10 Porque diez sembrados de viña sólo producirán un pequeño frasco de vino, y treinta modios de siembra darán tres modios. 11 ¡Ay de vosotros los que os levantáis de mañana a emborracharos, y a beber con exceso hasta la noche, hasta que os abrasa el vino! 12 Cítara, y lira, y pandero, y flauta, y vino en vuestros convites; y no dais siquiera una mirada a la obra del Señor, ni consideráis las obras de sus manos.

13 Por eso mi pueblo fue llevado cautivo, porque le faltó el saber, y sus nobles murieron de hambre, y la plebe pereció de sed. 14 Por esto ensanchó el infierno su seno, y abrió su inmensa boca, y en ella caerán sus campeones, y el pueblo y cuanto hay en él de ilustre y glorioso. 15 Y tendrá que encorvarse el plebeyo, y humillarse el grande, y serán abatidos los ojos de los altivos. 16 Y el Señor de los ejércitos será ensalzado por la rectitud de su juicio, y la santidad de Dios será reconocida por su administración de la justicia. 17 Y aparecerán los corderos según su costumbre, y los extranjeros disfrutarán de los campos desiertos convertidos en fértiles campiñas.

18 ¡Ay de vosotros que arrastráis la iniquidad con las cuerdas de la vanidad, y al pecado a manera de carro del cual tiráis como bestias! 19 Los que vais diciendo: Dese prisa, y venga presto lo que él quiere hacer, a fin de que lo veamos; y acérquese, y ejecútese la determinación del Santo de Israel, y la sabremos. 20 ¡Ay de vosotros los que llamáis mal al bien y bien al mal; y tomáis las tinieblas por la luz, y la luz por las tinieblas; y tenéis lo amargo por dulce y lo dulce por amargo! 21 ¡Ay de vosotros los que os tenéis por sabios en vuestros ojos, y por prudentes allá en vuestro interior!

22 ¡Ay de vosotros que sois briosos para beber vino, y hombres fuertes para embriagaros con diversos licores! 23 ¡Vosotros, que por regalos absolvéis al impío, y despojáis al justo de su derecho!

24 Por esto, así como la lengua del fuego devora la estopa, y la quema el ardor de la llama; del mismo modo la raíz de ellos será como pavesa, y cual polvo se desvanecerá su renuevo. Porque han desechado la ley del Señor de los ejércitos, y blasfemado de la palabra del Santo de Israel. 25 Por esta causa el furor del Señor se encendió contra su pueblo, y extendió su mano sobre él, y lo hirió, y los montes se estremecieron, y sus cadáveres yacen tendidos como basura en medio de las plazas. Y no se ha aplacado su furor con todas estas cosas; todavía está levantada su mano justiciera.

26 Y alzará bandera para servir de señal a un pueblo lejano, y lo llamará con un silbo desde los extremos de la tierra, y he aquí que, diligente, acudirá con la mayor rapidez. 27 En él no hay quien se canse o fatigue, ni hay soñoliento, ni dormilón; ninguno se quitará el cinto de su pretina, ni desatará la correa de su calzado. 28 Sus saetas están aguzadas, y todos sus arcos tensos. Las pezuñas de sus caballos son como pedernal, y las ruedas de sus carros como una tempestad impetuosa. 29 Rugirá como león, rugirá como una manada de leoncillos, y dará bramidos, y se arrojará sobre la presa, y asirá de ella, ni habrá quien se la quite. 30 Y su estruendo será para Israel aquel día como el bramido del mar. Miraremos la tierra, y he aquí por todas partes tinieblas de tribulación, cuya lobreguez oscurecerá la luz del día.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas