YO estaré alerta entretanto, haciendo mi centinela, y estaré firme sobre el muro; para ver lo que se me dirá y qué deberé responder al que me reprenda.

2 Me respondió, pues el Señor, y me dijo: Escribe la visión en las tablillas de escribir, para que se pueda leer corrientemente. 3 Porque la visión es de cosa todavía lejana; mas ella al fin se cumplirá, y no saldrá fallida. Si tardare, espérale, que el que ha de venir vendrá y no tardará. 4 Mira que el que es incrédulo no tiene dentro de sí un alma justa. El justo, pues, en su fe vivirá.

5 Mas así como el vino engaña al que lo bebe, así será del hombre soberbio, el cual quedará sin honor; del soberbio, que ensanchó su garganta como el infierno, y es insaciable como la muerte, y quisiera reunir bajo su dominio todas las naciones y amontonar junto a sí todos los pueblos.

6 Qué ¿acaso no será él la fábula de todos éstos, y el objeto de sus satíricos proverbios? Y no se le dirá: ¡Ay de aquel que amontona lo que no es suyo! ¿Hasta cuándo recogerá el para daño suyo el denso lodo de las riquezas?

7 ¿Acaso no se levantarán de repente los que han de morder, y no saldrán los que han de despedazarte, y de quienes vas a ser presa? 8 Por cuanto tú has despojado a muchas gentes o naciones, te despojarán a ti todos los que hayan quedado de ellas, en castigo de la sangre humana que has derramado, y de las injusticias cometidas contra la tierra, contra la ciudad y contra todos sus habitantes.

9 ¡Ay de aquel que allega frutos de avaricia, funesta para su propia casa, con el fin de hacer más alto su nido, y salvarse así de las garras del mal! 10 No parece sino que has ido trazando la ruina de tu casa; has asolado muchos pueblos, y tu alma delinquió. 11 Porque las piedras alzarán el grito desde las paredes, y clamarán contra ti los maderos que mantienen la trabazón del edificio.

12 ¡Ay de aquel que edifica una ciudad a fuerza de derramar sangre, y asienta sus cimientos sobre la injusticia!

13 ¿Acaso no están predichas estas cosas por el Señor de los ejércitos? Porque en vano, dice el Señor, se afanarán los pueblos, y las gentes allegarán bienes para pábulo de un gran fuego, y desfallecerán. 14 Pues la tierra será inundada de enemigos, al modo que el mar está cubierto de aguas; a fin de que sea conocida la gloria del Señor.

15 ¡Ay de aquel que da de beber a su amigo, mezclando hiel en el vaso, y lo embriaga para verlo desnudo! 16 En vez de gloria quedarás cubierto de afrenta; beberás también tú, y quedarás avergonzado; el cáliz de la diestra del Señor te embriagará, y vendrá un vómito de ignominia sobre tu gloria. 17 Puesto que las maldades cometidas por ti sobre el Líbano recaerán contra ti; y el destrozo hecho por estas fieras los aterrará, para que no derramen la sangre de los hombres, y no cometan maldades contra la tierra, y contra la ciudad, y todos sus habitantes.

18 ¿De qué sirve el vano simulacro que formó un artífice, y la falsa estatua o imagen que fundió de bronce? Con todo, el artífice pone su esperanza en la hechura suya, en la imagen muda que forjó. 19 ¡Ay de aquel que dice a un madero: ¡Despiértate!, y a una muda piedra: ¡Levántate, y socórreme! ¿Por ventura la estatua podrá instruirte en lo que has de hacer? Mira: Cubierta está ella de oro y plata; pero dentro no hay espíritu ninguno.

20 Mas el Señor está en su templo de la gloria. Calle la tierra toda ante su acatamiento.

Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas