PORTAOS como hijos del Señor Dios vuestro: no hagáis en vuestra carne sajaduras, ni os cortéis el cabello por razón de un muerto. 2 Porque tú eres, ¡oh Israel!, un pueblo consagrado al Señor Dios tuyo, y él te ha escogido para que seas su pueblo peculiar entre las naciones todas que hay sobre la tierra.

3 No comáis manjares que son inmundos.

4 Estos son los animales que debéis comer: el buey y la oveja, y la cabra, 5 el ciervo y el corzo, el búfalo, el capriciervo, el pigargo, el orige, el camello pardal. 6 Todo animal que tiene la uña hendida en dos partes y rumia, le podéis comer. 7 Mas no debéis comer de los que rumian y no tienen la uña hendida, como el camello, la liebre, el querogrilo: a éstos los tendréis por inmundos, porque aunque rumian, no tienen hendida la uña. 8 Asimismo tendréis por inmundo el cerdo; porque si bien tiene la uña hendida, no rumia. No comeréis de la carne de estos animales, ni tocaréis sus cuerpos muertos.

9 De todos los animales que moran en las aguas comeréis aquellos que tienen aletas y escamas: 10 los que están sin aletas y escamas no los comáis, porque son inmundos. 11 Comed de todas las aves limpias. 12 No comáis de las inmundas: es a saber, el águila y el grifo; el esmerejón, 13 el ixión y el buitre, y el milano con su casta, 14 y toda raza de cuervos, 15 y el avestruz y la lechuza, y el laro, y el alcotán, con su casta, 16 el herodión, el cisne, y el ibis, 17 y el somormujo, el calamón y el búho, 18 la cigüeña, y la garza con sus especies, como también la abubilla y el murciélago. 19 Todo lo que va arrastrando y tiene alas será inmundo y no se comerá. 20 Comed todo aquello que es limpio. 21 Pero de carne mortecina no comáis nada: la darás al extranjero que se halla dentro de tus muros para que la coma, o se la venderás: por cuanto tú eres un pueblo consagrado al Señor Dios tuyo. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.

22 Cada año separarás el diezmo de todos los frutos que nacen en tus tierras. 23 Y comerás en la presencia del Señor Dios tuyo en el lugar que escogiere para que sea invocado en él su nombre, el diezmo de tu trigo, y vino, y aceite, y los primerizos de tus vacas y ovejas; a fin de que aprendas a temer a tu Señor Dios en todo tiempo. 24 Mas cuando tuvieres que andar un largo camino, por estar lejos del lugar que tu Señor Dios hubiere escogido, y hubiese echado sobre ti o tu casa su bendición, de tal suerte que no pudieses llevar allá todas estas cosas, 25 las venderás, y reducidas a dinero, las llevarás contigo, e irás al lugar que tu Señor Dios haya escogido; 26 donde comprarás con aquel mismo dinero todo lo que te gustare, sea de vaca, o sea de ovejas, así como también vino y sidra, y cuanto apetece tu alma; y lo comerás delante del Señor Dios tuyo, y celebrarás un convite con tu familia, 27 y al levita que habita dentro de tus muros, mira no le abandones, porque no tiene otra parte en tu posesión. 28 De tres en tres años separarás otro diezmo de todas las cosas que te han nacido en aquel tiempo, y lo depositarás en tu casa. 29 Y vendrá el levita, que no tiene otra parte ni otra herencia entre vosotros, y el extranjero, y el huérfano, y la viuda que habitan contigo dentro de unos mismos muros, y comerán hasta saciarse; para que tu Señor Dios te bendiga en todas las obras de tus manos.

Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas