EL año tercero del reinado de Osee, hijo de Ela, rey de Israel, comenzó a reinar Ezequías , hijo de Acaz, rey de Judá.

2 Veinticinco años tenía cuando subió al trono, y reinó veintinueve años en Jerusalén . Se llamaba su madre Abi, hija de Zacarías. 3 Hizo Ezequías lo que era bueno y agradable a los ojos del Señor, imitando en todo a su padre David. 4 Destruyó los lugares altos, quebró las estatuas, taló los bosques de los ídolos, e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés; porque hasta aquel tiempo le quemaban incienso los hijos de Israel; y la llamó Nohestán.

5 Puso su esperanza en el Señor Dios de Israel; y así no tuvo semejante en todos los reyes de Judá, sus sucesores, como ni tampoco en los que le precedieron. 6 Se mantuvo unido al Señor, y no se apartó de sus sendas; sino que observó los mandamientos que el Señor dio a Moisés. 7 Por eso también el Señor estaba con él, y portábase Ezequías sabiamente en cuanto emprendía. Asimismo sacudió el yugo del rey de los asirios, y no quiso ser tributario suyo. 8 Arruinó a los filisteos hasta Gaza, y taló todo su país desde las torres o atalayas de los guardas, hasta las ciudades fuertes.

9 El año cuarto del reinado de Ezequías , que era el séptimo del reinado de Osee, hijo de Ela, rey de Israel, vino Salmanasar, rey de los asirios, contra Samaria, y la sitió.

10 Y se apoderó de ella, pues Samaria fue tomada después de un sitio de tres años, el año sexto del reinado del rey Ezequías , esto es, el noveno del de Osee, rey de Israel.

11 Y el rey de los asirios transportó a los israelitas a la Asiria, y los colocó en Hala y en Habor, ciudades de la Media, junto al río Gozán; 12 porque no quisieron obedecer a la voz del Señor Dios suyo, sino que violaron el pacto, y no escucharon ni practicaron nada de cuanto les tenía mandado Moisés, siervo del Señor.

13 El año décimocuarto del reinado del rey Ezequías , subió Sennaquerib, rey de los asirios, a la conquista de todas las ciudades fuertes de Judá, y se apoderó de ellas.

14 Entonces Ezequías , rey de Judá, envió a decir por medio de embajadores al rey de los asirios, que se hallaba en Laquís: He faltado a lo que debía; pero retírate de mis tierras, que yo sufriré todo lo que me impusieres. En vista de esto el rey de los asirios echó de contribuciones a Ezequías , rey de Judá, trescientos talentos de plata, y treinta talentos de oro. 15 Le dio, pues, Ezequías toda la plata que se hallaba en la casa del Señor, y en los tesoros reales; 16 y entonces fue cuando Ezequías mandó arrancar de las puertas del templo del Señor las planchas de oro con que él mismo las había guarnecido y las dio al rey de los asirios.

17 Mas el rey de los asirios, faltando a lo prometido, envió desde Laquís a Jerusalén contra el rey Ezequías a Tartán, y a Rabsaris, y a Rabsaces con mucha tropa; los cuales, poniéndose en camino vinieron a Jerusalén , e hicieron alto cerca del acueducto del estanque superior, situado sobre el camino del campo del Batanero,

18 y llamaron al rey. Pero salieron a verse con ellos Eliacim, hijo de Helcías, mayordomo mayor, Sobna, secretario o doctor de la ley, y Joahe, hijo de Asaf, canciller. 19 A los cuales dijo Rabsaces: Decid a Ezequías : Esto dice el gran rey, el rey de los asirios: ¿qué confianza es ésa en que estáis? 20 ¿Has acaso formado el designio de prepararte para el combate? ¿En qué apoyas tu esperanza para que así te atrevas a oponerte a mí? 21 ¿Por ventura esperas en Egipto que es un bastón de caña quebrada, sobre el cual si un hombre se apoyare, rompiéndose se le hincará en la mano y se la horadará? Tal es el faraón, rey de Egipto, para todos los que confían en él. 22 Que si me decís: Nosotros la esperanza la tenemos en el Señor Dios nuestro: ¿no es ése el mismo Dios cuyos lugares altos y altares ha destruido Ezequías , dando a Judá y Jerusalén esta orden: Desde hoy habéis de adorar a Dios en Jerusalén , y sólo delante de este altar? 23 Ahora, pues, venid adonde está el rey de los asirios, mi señor, y yo os daré dos mil caballos y ved si tan siquiera podéis hallar quien los monte. 24 Mas ¿cómo podréis resistir ni a uno de los más pequeños sátrapas o capitanes que sirven a mi señor? ¿Confías acaso en Egipto por sus carros armados y su caballería? 25 Pues, ¿no es por orden del Señor que yo he venido a ese país para arruinarlo? Marcha contra ese país, me dijo el Señor, y arrásalo.

26 Entonces Eliacim, hijo de Helcías, y Sobna, y Joahe dijeron a Rabsaces: Te rogamos que nos hables a nosotros, tus siervos, en siríaco, pues entendemos esa lengua, y no en lengua hebrea, la cual entiende el pueblo que está sobre la muralla. 27 Le respondió Rabsaces, diciendo: Pues, ¿acaso mi señor me ha enviado para deciros estas cosas a tu señor y a ti, y no más bien a decirlas a esas gentes que están sobre el muro, expuestas a tener que comer con vosotros sus excrementos, y a beber sus propios orines? 28 En seguida puesto en pie gritó en alta voz, diciendo en hebreo: Oíd las palabras del gran rey, del rey de los asirios: 29 Esto dice el rey: Cuidado no os engañe Ezequías ; pues él no ha de poder libraros de mis manos. 30 Ni os inspire confianza en el Señor, diciéndoos: Sin falta nos librará el Señor y no caerá esta ciudad en poder del rey de los asirios. 31 No queráis dar oídos a Ezequías ; porque he aquí lo que os dice el rey de los asirios: Capitulad conmigo lo que os tiene cuenta, y salid a rendiros a mí; y con esto comerá cada cual el fruto de su viña y de su higuera, y beberéis del agua de vuestras cisternas; 32 hasta tanto que yo vaya y os traslade a un país semejante al vuestro, a una tierra fructífera y abundante de vino, tierra de pan llevar, y de viñas y de olivares, tierra de aceite y de miel. Con eso viviréis en paz y no moriréis. No queráis escuchar a Ezequías , que os engaña diciendo: El Señor nos librará. 33 ¿Por ventura los dioses de las gentes han libertado su tierra del poder del rey de los asirios? 34 ¿Dónde está el dios de Emat, y de Arfad? ¿Dónde el dios de Sefarvaím, de Ana y de Ava? ¿Libraron acaso a Samaria de caer en mi poder?

35 ¿Cuáles son entre todos los dioses de la tierra los que han salvado su región de caer en mis manos, para que el Señor pueda librar a Jerusalén de caer en las mismas?

36 A todo esto calló el pueblo, y no le respondió palabra; pues habían tenido orden del rey de no dar ninguna respuesta.

37 Después de esto Eliacim, hijo de Helcías, mayordomo mayor de palacio, y Sobna, secretario, y Joahe, hijo de Asaf, canciller, volvieron a Ezequías , rasgados sus vestidos, y le refirieron las palabras de Rabsaces.
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Ilustración
Atlas