AQUÍ vinieron a encontrarle los fariseos y saduceos; y, para tentarle, le pidieron que les hiciese ver algún prodigio del cielo.

2 Mas él les respondió: Cuando va llegando la noche, decís a veces: Hará buen tiempo, porque está el cielo arrebolado.

3 Y por la mañana: Tempestad habrá hoy, porque el cielo está cubierto y encendido. 4 ¿Conque sabéis adivinar por el aspecto del cielo, y no podéis conocer las señales claras de estos tiempos de la venida del Mesías? Esta raza o generación mala y adúltera pide un prodigio; mas no se le dará ése que pide, sino el prodigio del profeta Jonás . Y dejándolos, se fue.

5 Sus discípulos, habiendo venido de la otra parte del lago, se olvidaron de tomar pan. 6 Y Jesús les dijo: Estad alerta y guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos.

7 Mas ellos, pensativos, decían para consigo: Esto lo dice porque no hemos traído pan. 8 Lo que conociendo Jesús , dijo: Hombres de poca fe, ¿qué andáis discurriendo dentro de vosotros, porque no tenéis pan? 9 ¿Todavía estáis sin conocimiento, y no os acordáis de los cinco panes repartidos entre cinco mil hombres, y cuántos cestos de pedazos os quedaron?

10 ¿Ni de los siete panes para cuatro mil hombres, y cuántos recogisteis de lo que sobró?

11 ¿Cómo no conocéis que no por el pan os he dicho: Guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos? 12 Entonces entendieron que no quiso decir que se guardasen de la levadura que se pone en el pan, sino de la doctrina de los fariseos y saduceos.

13 Viniendo después Jesús al territorio de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?

14 Respondieron ellos: Unos dicen que Juan Bautista, otros Elías, otros, en fin, Jeremías o alguno de los profetas.

15 Y les dijo Jesús : Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? 16 Tomando la palabra Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo , o Mesías, el Hijo del Dios vivo.

17 Y Jesús , respondiendo, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Joná porque no te ha revelado eso la carne y la sangre u hombre alguno, sino mi Padre que está en los cielos. 18 Y yo te digo que tú eres Pedro, y que sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; y las puertas o poder del infierno no prevalecerán contra ella.

19 Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares sobre la tierra, será también atado en los cielos; y todo lo que desatares sobre la tierra, será también desatado en los cielos.

20 Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús , el Cristo , o Mesías.

21 Y desde luego comenzó a manifestar a sus discípulos que convenía que fuese él a Jerusalén , y que allí padeciese mucho de parte de los ancianos, y de los escribas, y de los príncipes de los sacerdotes, y que fuese muerto, y que resucitase al tercer día.

22 Tomándole aparte Pedro, trataba de disuadírselo, diciendo: ¡Ah, Señor!, de ningún modo; no, no ha de verificarse eso en ti. 23 Pero Jesús , vuelto a él, le dijo: Quítate de delante de mí, Satanás, que me escandalizas; porque no tienes conocimiento ni gusto de las cosas de Dios, sino de las de los hombres.

24 Entonces dijo Jesús a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y cargue con su cruz, y sígame.

25 Pues quien quisiere salvar su vida obrando contra mí, la perderá; mas quien perdiere su vida por amor a mí, la encontrará.

26 Porque ¿de qué le sirve al hombre el ganar todo el mundo, si pierde su alma? ¿O con qué cambio podrá el hombre rescatarla una vez perdida? 27 Ello es que el Hijo del hombre ha de venir revestido de la gloria de su Padre, acompañado de sus ángeles, a juzgar a los hombres; y entonces dará el pago a cada cual conforme a sus obras.

28 En verdad os digo que hay aquí algunos que no han de morir antes que vean al Hijo del hombre aparecer en el esplendor de su reino.

Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
Comentario
Referencia
Ilustración
Atlas