ELLA, pues, abarca fuertemente de un cabo a otro todas las cosas, y las ordena todas con suavidad. 2 A ésta amé yo, y busqué desde mi juventud, y procuré tomarla por esposa mía, y quedé enamorado de su hermosura. 3 Realza su nobleza la estrecha unión que tiene con Dios; y además, el mismo Señor de todas las cosas ha declarado que la ama; 4 siendo, como es, la maestra de la ciencia de Dios y la directora de sus obras. 5 Y si en esta vida se codician las riquezas, ¿qué cosa más rica que la sabiduría, creadora de todas las cosas? 6 Y si la industria es la que produce las obras, ¿qué mejor que la sabiduría mostró el arte o ingenio en estas cosas existentes? 7 Y si alguno ama la justicia o santidad de vida, frutos son de los trabajos u obras de esta sabiduría las grandes virtudes; por ser ella la que enseña la templanza, la prudencia, y la justicia, y la fortaleza, que son las cosas más útiles a los hombres en esta vida. 8 Y si alguno desea mucho saber, ella es la que sabe todo lo pasado, y forma juicio de lo futuro; conoce los artificios maliciosos de los discursos, y las soluciones de los argumentos; adivina los prodigios y maravillas antes que sucedan, y los acontecimientos de los tiempos y de los siglos.

9 Propuse, pues, traérmela para que viviera en compañía mía, sabiendo que comunicará conmigo sus bienes, y será el consuelo mío en mis cuidados y penas. 10 Por ella seré ilustre entre las gentes; y aunque joven seré honrado de los ancianos. 11 Y me reconocerán por agudo en juzgar, y seré admirable a los ojos de los grandes, y los príncipes manifestarán en sus semblantes la admiración que les causo. 12 Si callo estarán en expectación, y si hablo me escucharán atentos; y cuando me extendiere en mi discurso, pondrán el dedo en sus labios. 13 Además de esto, por ella adquiriré yo la inmortalidad, y dejaré memoria eterna de mí a los venideros. 14 Gobernaré los pueblos, y se sujetarán a mí las naciones. 15 Temblarán al oír mi nombre los reyes feroces; con el pueblo me mostraré benigno y valiente en la guerra. 16 Entrando en mi casa hallaré en ella mi reposo; porque ni en su conversación tiene rastro de amargura, ni causa tedio su trato, sino antes bien consuelo y alegría.

17 Considerando yo esto para conmigo y revolviendo en mi corazón cómo en la unión con la sabiduría se halla la inmortalidad, 18 y un santo placer en su amistad, e inagotables tesoros en las obras de sus manos, y la prudencia en el ejercicio de conversar con ella, y gran gloria en participar de sus razonamientos, andaba por todas partes buscando cómo apropiármela. 19 Ya de niño era yo de buen ingenio, y me cupo por suerte una buena alma. 20 Y creciendo en la bondad pude conservar inmaculado mi cuerpo. 21 Y luego que llegué a entender que no podría ser continente, si Dios no me lo otorgaba (y era ya efecto de la sabiduría saber de quién venía este don), acudí al Señor, y se lo pedí con fervor, diciendo de todo mi corazón:
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas