MAS ¡ay! que todo fue un sueño. En mi lecho eché de menos por la noche al que ama mi alma; lo anduve buscando, y no lo encontré. 2 Me levantaré, dije, y daré vueltas por la ciudad, y buscaré por calles y plazas al amado de mi alma. ¡Ay!, lo busqué, mas no lo hallé. 3 Me encontraron las patrullas que rondan por la ciudad, y les dije: ¿No habéis visto al amado de mi alma? 4 Cuando he aquí que a pocos pasos me encontré al que adora mi alma; le así, y no le soltaré hasta haberlo hecho entrar en la casa de mi madre, en la habitación de la que me dio la vida.

5 ¡Oh hijas de Jerusalén !, os conjuro por las corzas y los ciervos de los campos que no despertéis, ni interrumpáis el sueño a mi amada, hasta que ella quiera.

6 ¿Quién es ésta que va subiendo por el desierto como una columnita de humo, formada de perfumes de mirra y de incienso, y de toda especie de aromas?

7 Mirad el lecho de Salomón rodeado de sesenta valientes de los más esforzados de Israel, 8 todos armados de espadas y muy diestros en los combates; cada uno lleva su espada al lado, por temor de los peligros nocturnos. 9 De maderas de Líbano se ha hecho el rey Salomón su trono. 10 Las columnas las ha hecho de plata, el respaldo de oro, el techo y gradas las cubrió de púrpura, y el cetro con cierto esmalte que inspira amor, por causa de las hijas de Jerusalén . 11 Salid, pues, fuera, ¡oh hijas de Sión!, y veréis al rey Salomón con la diadema con que lo coronó su madre en el día de sus desposorios, día en que quedó colmado de júbilo su corazón.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas