RECORRED las calles de Jerusalén . Ved y observad, y buscad en sus plazas si encontráis un hombre que obre lo que es justo, y que procure ser fiel; y si lo halláis, yo usaré con ella de misericordia. 2 Pues aun cuando dicen todavía: Vive el Señor, Dios verdadero; aun entonces juran con mentira.

3 Señor, tus ojos están mirando siempre la fidelidad o verdad; azotaste a estos perversos, y no les dolió; los moliste a golpes, y no han hecho caso de la corrección; endurecieron sus frentes más que un peñasco, y no han querido convertirse a ti. 4 Entonces dije yo: Tal vez éstos son los pobres e idiotas que ignoran el camino del Señor, los juicios de su Dios. 5 Iré, pues, a los principales del pueblo y hablaré a ellos, que sin duda esos saben el camino del Señor, los juicios de su Dios. Pero hallé que éstos, aún más que los otros, todos a una quebrantaron el yugo del Señor, rompieron sus correas. 6 Pero el león del bosque los ha desgarrado; el lobo al anochecer los ha exterminado; el leopardo está acechando en torno de sus ciudades, todos cuantos salgan de ellas, caerán en sus garras; porque se han multiplicado sus prevaricaciones, y se han obstinado en sus apostasías.

7 ¿Por qué título podré yo inclinarme a serte propicio a ti, oh pueblo rebelde? Tus hijos me han abandonado, y juran por el nombre de aquellos que no son dioses; yo los colmé de bienes, y ellos se han entregado al adulterio, y han desahogado su lujuria en casa de la mujer prostituta. 8 Han llegado a ser como caballos padres desenfrenados y en estado de calor, con tanto ardor persigue cada cual la mujer de su prójimo.

9 Pues, ¿no he de castigar yo estas cosas, dice el Señor, y no se vengará mi alma de una tal gente? 10 Escalad, ¡oh pueblos de Caldea!, sus muros, y derribadlos; mas no acabéis del todo con ella; quitadle los sarmientos, porque no son del Señor; 11 puesto que la casa de Israel y la casa de Judá han pecado enormemente contra mí, dice el Señor; 12 ellas renegaron del Señor, y dijeron: No es él el Dios verdadero; no nos sobrevendrá ningún desastre; no veremos la espada, ni el hambre.

13 Sus profetas hablaban al aire; y no tuvieron jamás respuesta de Dios. Tales cosas, pues, a ellos les sobrevendrán, no a nosotros.

14 Esto me dice el Señor Dios de los ejércitos: Porque habéis proferido vosotros tales palabras, he aquí, ¡oh Jeremías!, que yo desde ahora pongo en tu boca mis palabras cual fuego devorador, y le doy ese pueblo por leña para que sea de él consumido. 15 Yo voy a traer sobre vosotros, ¡oh familia de Israel!, dice el Señor, una nación lejana, nación robusta, nación antigua, nación cuya lengua tú no sabrás, ni entenderás lo que habla. 16 Su aljaba es como un sepulcro abierto; todos ellos son valerosos soldados. 17 Esta nación conquistadora se comerá tus cosechas y tu pan; se tragará tus hijos y tus hijas; comerá tus rebaños y tus vacadas; acabará con tus viñas y tus higuerales: y asolará con la espada tus fuertes ciudades, en que tú tienes puesta la confianza. 18 Con todo eso, en aquellos días no acabaré del todo con vosotros, dice el Señor. 19 Que si dijereis: ¿Por qué ha hecho el Señor Dios nuestro contra nosotros todas estas cosas?, tú les responderás: Así como vosotros me habéis abandonado a mí, dice el Señor, y habéis servido a los dioses extraños en vuestra tierra, así les serviréis ahora en tierra extranjera.

20 Anunciad esto a la casa de Jacob , y pregonadlo en Judá, diciendo: 21 Escucha, ¡oh pueblo insensato y sin cordura!; vosotros que teniendo ojos no veis, y teniendo orejas no oís: 22 ¿conque a mí no me temeréis, dice el Señor, ni os arrepentiréis delante de mí? Yo soy el que al mar le puse por término la arena, ley perdurable que no quebrantará; han de levantarse sus olas, y no traspasarán sus límites; y se encresparán, pero no pasarán más adelante. 23 Pero este pueblo se ha formado un corazón incrédulo y rebelde; se han retirado de mí y se han ido en pos de los ídolos. 24 En vez de decir en su corazón: Temamos al Señor Dios nuestro, que nos da a su tiempo la lluvia temprana y la tardía, y que nos da todos los años una abundante cosecha. 25 Vuestras maldades han hecho desaparecer estas cosas; y vuestros pecados han retraído de vosotros el bienestar.

26 Por cuanto se hallan impíos en mi pueblo, acechando como cazadores, poniendo lazos y trampas para cazar hombres, 27 como jaula o red de cazadores llena de aves, así están sus casas llenas de fraudes; con ellos se han engrandecido y se han hecho ricos. 28 Se engrosaron y engordaron; y han violado pésimamente mis preceptos: No han administrado justicia a la viuda, ni han defendido la causa del huérfano, y no hicieron justicia al pobre.

29 ¿Cómo no he de castigar yo estas cosas, dice el Señor?; ¿o cómo puede mi alma dejar de tomar venganza de esta gente? 30 Cosa asombrosa, cosa muy extraña es la que ha sucedido en esta tierra: 31 Los profetas profetizaban mentiras, y los sacerdotes los aplaudían con palmoteos; y mi pueblo gustó de tales cosas: ¿Qué será, pues, de él al llegar su fin?
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas