ORDEN dada a Jeremías por el Señor, diciendo: 2 Anda y baja a casa de un alfarero, y allí oirás mis palabras. 3 Bajé, pues, a casa de un alfarero, y hallé que estaba trabajando sobre la rueda. 4 Y la vasija de barro que estaba haciendo se deshizo entre sus manos; y al instante volvió a formar del mismo barro otra vasija de la forma que quiso. 5 Entonces me habló el Señor, y dijo: 6 ¿Por ventura no podré hacer yo con vosotros, ¡oh casa de Israel!, como ha hecho este alfarero con su barro, dice el Señor? Sabed que lo que es el barro en manos del alfarero, eso sois vosotros en mi mano, ¡oh casa de Israel!

7 Yo pronunciaré de repente mi sentencia contra una nación y contra un reino, para arrancarlo, destruirlo y aniquilarlo.

8 Pero si esa nación hiciere penitencia de sus pecados, por los cuales pronuncié el decreto contra ella, me arrepentiré yo también del mal que pensé hacer contra ella. 9 Asimismo trataré yo de repente de fundar y establecer una nación y un reino. 10 Pero si éste obrare mal ante mis ojos, de suerte que no atienda a mi voz, yo me arrepentiré del bien que dije que le haría.

11 Tú, pues, ahora di a los varones de Judá y a los habitantes de Jerusalén : Esto dice el Señor: Mirad que yo estoy amasando estragos contra vosotros, y trazando designios en daño vuestro. Conviértase cada uno de vosotros de su mala vida, y enmendad vuestras costumbres e inclinaciones.

12 A esto dijeron ellos: Ya no hay remedio; hemos desesperado; y así seguiremos nuestras ideas, y cada cual hará lo que le sugiera la perversidad de su malvado corazón. 13 Por tanto, esto dice el Señor: Preguntad a las demás naciones: ¿Quién ha jamás oído tales y tan horrendas cosas, como las que no se hartaba de hacer la virgen de Israel? 14 ¿Acaso puede faltar nieve en los peñascos de las espaciosas sierras del Líbano? ¿O pueden agotarse los manantiales, cuyas frescas aguas corren sobre la tierra? 15 Pues he aquí que mi pueblo se ha olvidado de mí, ofreciendo sacrificios a la vanidad de los ídolos, y tropezando de continuo en sus caminos, en los antiguos caminos, por seguir un carril no trillado, 16 reduciendo así su tierra a desolación, y a ser para siempre objeto de mofa y de asombro para todo caminante, que al verla, admirándose meneara su cabeza.

17 Porque como viento abrasador los dispersaré delante de sus enemigos; les volveré las espaldas, y no mi benigno rostro, el día de su perdición.

18 Mas ellos dijeron entonces: Venid y tratemos seriamente de obrar contra Jeremías, porque a pesar de lo que él predice, no nos faltará la explicación de la ley de boca del sacerdote, ni el consejo del sabio, ni la palabra del profeta. Venid, pues, atravesémosle con los dardos de nuestra lengua, y no hagamos caso de ninguna de sus palabras. 19 ¡Oh Señor!, mira por mí, y para tu atención en lo que dicen mis adversarios. 20 ¿Conque así se vuelve mal por bien? ¿Y así ellos, que tanto me deben, han cavado una hoya para hacerme perder la vida? Acuérdate, ¡oh Señor!, de cuando me presentaba yo en tu acatamiento, para hablarte a su favor, y para desviar de ellos tu enojo. 21 Por tanto, abandona sus hijos al hambre, y entrégalos al filo de la espada; viudas y sin hijos queden sus mujeres, y mueran de una muerte infeliz sus maridos, y se vean en el combate sus jóvenes atravesados con la espada. 22 Oiganse alaridos en sus casas. Porque tú has de conducir contra ellos súbitamente al salteador, contra ellos que cavaron la hoya para cogerme, y tendieron lazos ocultos para mis pies. 23 Mas tú, ¡oh Señor!, conoces bien todos sus designios de muerte contra mí. No les perdones su maldad; ni se borre de tu presencia su pecado, derribados sean delante de ti; acaba con ellos en el tiempo de tu furor.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
Comentario
Referencia
Ilustración
Atlas