¡OH Israel!, conviértete al Señor Dios tuyo; porque por tus maldades te has precipitado. 2 Pensad en lo que diréis al Señor. Convertíos a él, y decidle arrepentidos: Quita de nosotros toda iniquidad, acepta este bien, o buen deseo nuestro, y te presentaremos la ofrenda de nuestras alabanzas.

3 No confiaremos ya en que el asirio nos salve, no montaremos confiados en los caballos de los egipcios, no llamaremos en adelante dioses nuestros a las obras de nuestras manos: porque tú, ¡oh Señor!, te apiadarás de este pueblo como de un huérfano que se pone en tus manos. 4 Yo curaré sus llagas, responde el Señor, los amaré por pura gracia; por cuanto se ha aplacado mi indignación contra ellos.

5 Seré como el rocío para Israel; el cual brotará como el lirio, y echará raíces como un árbol del Líbano. 6 Se extenderán sus ramas; será bello y fecundo como el olivo, y odorífero como el árbol del incienso. 7 Se convertirán al Señor, y reposarán bajo su sombra; se alimentarán del trigo; se propagarán como la vid; la fragancia de su nombre será como la del vino del Líbano. 8 Efraín dirá entonces: ¿Qué tengo yo ya que ver con los ídolos? Y yo le escucharé benignamente, yo lo haré crecer como un alto y verde abeto; de mí tendrán origen tus frutos, ¡oh Israel! 9 ¿Quién es el sabio que estas cosas comprenda? ¿Quién tiene talento para penetrarlas? Porque los caminos del Señor son rectos, y por ellos andarán los justos; mas los prevaricadores hallarán en ellos su ruina.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas