ENTRETANTO el hambre afligía cruelmente la tierra toda. 2 Y consumidos los víveres traídos de Egipto, Jacob dijo a sus hijos: Volved a comprar algunos víveres. 3 Respondió Judá: Aquel señor que manda allí, nos intimó con protesta de juramento diciendo: No veréis mi cara si no traéis con vosotros a vuestro hermano menor.

4 En este supuesto, si quieres enviarle con nosotros, marcharemos juntos y te traeremos lo necesario;

5 pero si no te determinas a enviarle, no iremos; porque el señor aquel, como tantas veces hemos dicho, nos declaró con palabras formales que no esperásemos ver su cara sin llevar nuestro hermano más mozo.

6 Les dijo Israel: Para desdicha mía le hicisteis saber que todavía teníais otro hermano. 7 Mas ellos respondieron: Nos examinó aquel señor punto por punto acerca de nuestra familia, si el padre vivía, si teníamos otro hermano; y nosotros le respondimos consiguientemente según el interrogatorio que nos hizo. ¿De dónde podíamos saber que nos hubiese de decir: Traedme con vosotros a vuestro hermano? 8 Judá dijo también a su padre. Envía conmigo el chico, para que podamos ponernos luego en camino, y conservar la vida y no perezcamos nosotros y nuestros niños. 9 Yo respondo del muchacho; pídeme a mí cuenta de él; si no te lo volviere a traer y pusiere en tus manos, consiento en que jamás me perdones ese pecado.

10 Si no fuera por esta demora, estaríamos ya otra vez de vuelta.

11 Al fin Israel su padre les dijo: Si así es preciso, haced lo que quisiereis. Tomad en vuestras vasijas de los frutos más exquisitos de esta tierra, para ofrecer presentes a aquel señor: un poco de resina o bálsamo, y de miel, y de estoraque, y de lágrimas de mirra y de terebinto y almendras. 12 Llevad también doblada cantidad de dinero, y volved aquel otro que hallasteis en los sacos; no sea que haya sucedido eso por equivocación. 13 En fin, llevaos a vuestro hermano, e id a aquel señor. 14 Ojalá el Dios mío todopoderoso os le depare propicio, y deje volver con vosotros a vuestro hermano que tiene allí preso, y a este mi Benjamín. Y entretanto yo quedaré como huérfano sin hijos. 15 Tomaron, pues, éstos los regalos y doble dinero, y a Benjamín, y bajaron a Egipto, y se presentaron a José.

16 El cual luego que los vio, y a Benjamín con ellos, dio esta orden a su mayordomo: Mete esos hombres en mi casa, y degüella víctimas, y dispón un convite, porque a mediodía han de comer conmigo. 17 El mayordomo ejecutó lo que se le había mandado, y los hizo entrar en casa. 18 Ellos con eso atemorizados, se decían uno al otro: Por el dinero que nos hallamos la otra vez en nuestros costales, nos meten aquí, con el fin de hacer caer más sobre nosotros la calumnia, y sujetarnos a la esclavitud, y apoderarse de nuestros jumentos. 19 Por lo cual, en la misma puerta, llegándose al mayordomo de la casa, 20 le dijeron: Te suplicamos, señor, que nos escuches. Ya otra vez hemos venido a comprar granos,

21 y después de comprados, así que llegamos al mesón, abrimos nuestros costales y encontramos el dinero en la boca de los sacos, el cual devolvemos ahora del mismo peso o valor. 22 Además de éste traemos otro para comprar lo que necesitamos; no hemos podido saber quién le metió en nuestras bolsas. 23 A lo que respondió el mayordomo: Estad tranquilos; no tenéis que temer; vuestro Dios, y el Dios de vuestro padre, os ha puesto esos tesoros en vuestros sacos; pues el dinero que me disteis, lo tengo ya abonado, y me doy por satisfecho. Dicho esto, les presentó libre a Simeón. 24 Y después de introducidos en casa, les trajo agua con que lavaron sus pies, y dispuso que se diese pienso a los jumentos.

25 Ellos, por su parte, disponían los presentes para cuando entrase José al mediodía; porque habían oído que tenían que comer allí. 26 Entró, pues, José en su casa, y le ofrecieron los presentes, teniéndolos en sus manos, y le adoraron postrados en tierra. 27 Pero él, resaludándolos con afabilidad, les preguntó: ¿Goza de salud vuestro anciano padre, de quien me hablasteis? ¿Vive todavía? 28 A lo que respondieron: Salud goza vuestro siervo, nuestro padre; aún vive. Y otra vez inclinados le adoraron. 29 En esto, alzando José los ojos, vio a Benjamín, su hermano uterino, y dijo: ¿Es ése vuestro hermano el pequeño, de quien me hablasteis? E inmediatamente añadió: Dios te dé su gracia, hijo mío y te bendiga. 30 Y se retiró a toda prisa, porque se le conmovieron las entrañas a causa de su hermano, y se le saltaban las lágrimas; y entrando en su gabinete, prorrumpió en llanto. 31 Y saliendo fuera otra vez, después de haberse lavado la cara, se reprimió y dijo a sus criados: Traednos de comer. 32 Puestas, pues, separadamente las mesas, una para José, otra para sus hermanos, y la tercera para los egipcios también convidados, (pues no es lícito a los egipcios comer con los hebreos, y tienen por profano semejante banquete) 33 se sentaron en presencia de José, primero el primogénito según su mayoría, y últimamente el más pequeño según su edad. Y estaban en extremo maravillados, 34 al ver que de las porciones que habían recibido de él, cupo la mayor a Benjamín, por manera que era cinco veces mayor que la de los oros. Y bebieron, y se alegraron en su compañía.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas