ME habló nuevamente el Señor, diciendo: 2 Hijo de hombre, habla a los hijos de tu pueblo, y les dirás: Cuando yo envíe la espada de la guerra sobre algún país, y el pueblo de aquel país destinare un hombre de entre los ínfimos de sus moradores, y lo pusiere por centinela suyo; 3 y este centinela, viendo venir la espada enemiga hacia el país, sonare la bocina y avisare al pueblo; 4 si aquel, quienquiera que sea, que oye el sonido de la bocina no se pone a salvo, y llega la espada y lo mata, su muerte sólo se imputará a él mismo, 5 oyó el sonido de la bocina y no se puso a salvo, solamente él tiene la culpa, pues él salvará su vida si se pone en lugar seguro. 6 Mas si el centinela viera venir la espada y no sonare la bocina, y el pueblo no se pusiere a salvo, y llegare la espada, y quitare la vida a alguno de ellos, éste verdaderamente por su pecado padece la muerte, mas yo demandaré la sangre de él centinela.

7 Ahora bien, hijo de hombre, yo te he puesto a ti por centinela en la casa de Israel. Las palabras que oyeres de mi boca se las anunciarás a ellos de mi parte.

8 Si cuando yo digo al impío: Impío, tú morirás de mala muerte, no hablares al impío para que se aparte de su mala vida, morirá el impío por su iniquidad, pero a ti te pediré cuenta de su sangre. 9 Mas si amonestando tú al impío, para que se convierta, no dejare él su mala vida, morirá el impío por su iniquidad pero tu alma no será responsable de su muerte.

10 Tú, pues, hijo de hombre, di a la casa de Israel: Vosotros habéis hablado y dicho con razón: Están ya sobre vosotros los castigos de nuestras maldades y pecados, y por ellas nos vamos consumiendo: ¿Cómo, pues, podremos aún conservar la vida? 11 Pero diles a ésos: Yo juro, dice el Señor Dios, que no quiero la muerte del impío, sino que se convierta de su mal proceder y viva. Convertíos, convertíos de vuestros perversos caminos; ¿y por qué habéis de morir, oh vosotros los de la casa de Israel?

12 Tú, pues, ¡oh hijo de hombre!, diles a los hijos de tu pueblo: En cualquier ocasión en que el justo pecare, no podrá librarle su justicia, y en cualquier ocasión en que el impío se convirtiere de su impiedad, la impiedad no le dañará; y el justo, siempre y cuando pecare, no podrá ya vivir por su justicia. 13 Aun cuando yo haya dicho al justo que gozará de vida verdadera, si él, confiado en su justicia, cometiere la maldad, todas sus buenas obras serán puestas en olvido, y morirá en la misma iniquidad que él ha cometido. 14 Mas si yo dijere al impío: Tú morirás de mala muerte, y él hiciere penitencia de sus pecados, y practicare obras buenas y justas, 15 si este impío volviere la prenda al deudor, y restituyere lo que ha robado, si siguiere los mandamientos que dan vida, y no hiciere cosa injusta, él tendrá verdadera vida, y no morirá. 16 Ninguno de los pecados que cometió le será imputado, ha hecho obras de equidad y de justicia; tendrá, pues, vida verdadera. 17 Mas los hijos de tu pueblo dijeron: No es justo el proceder del Señor; siendo así que es el proceder de ellos el que es injusto. 18 Porque cuando el justo se desviare de la justicia e hiciere obras malas, hallará en éstas la muerte. 19 Y asimismo siempre que el impío abandonare su impiedad, e hiciere obras de equidad y de justicia, hallará en ellas la vida. 20 Y vosotros decís: No es justo el proceder del Señor. ¡Oh casa de Israel!, a cada uno de vosotros le juzgaré yo según sus obras.

21 En el año duodécimo de nuestra transportación al cautiverio, el día cinco del décimo mes, vino a mí uno que había huido de Jerusalén , el cual me dijo: Ha sido asolada la ciudad. 22 Y la virtud del Señor se había hecho sentir sobre mí la tarde antes que llegase el que había escapado; y el Señor había abierto mi boca antes que este hombre se me presentase por la mañana; y abierta que tuve mi boca no guardé ya silencio. 23 Y me habló el Señor diciendo: 24 Hijo de hombre, los que habitan entre aquellas ruinas de la tierra de Israel, hablan de esta manera: Un solo hombre era Abrahán, y tuvo por herencia esta tierra; mas nosotros somos muchos, y se nos ha dado la posesión de ella. 25 Por tanto les dirás: Esto dice el Señor Dios: Vosotros que coméis carnes con sangre, y levantáis sangre humana, ¿pensáis acaso ser herederos y poseedores de esta tierra? 26 Habéis tenido siempre la espada en la mano, habéis cometido mil abominaciones, cada cual de vosotros ha seducido la mujer de su prójimo: ¿y seréis herederos y poseedores de la tierra? 27 Les dirás también: El Señor Dios dice lo siguiente: Juro yo que aquellos que habitan entre las ruinas de Jerusalén perecerán al filo de la espada; aquellos que están en la campiña serán entregados a las fieras para que los devoren; y los que moran en lugares fuertes y en las cavernas, morirán de peste. 28 Y reduciré esta tierra a una soledad y desierto; y fenecerá su altivo poder, y las montañas de Israel quedarán asoladas, de manera que no habrá nadie que pase por ellas. 29 Y conocerán que yo soy el Señor cuando haya reducido su país a una soledad y desierto, en castigo de todas las abominaciones que han cometido.

30 Y en cuanto a ti, ¡oh hijo de hombre!, los hijos de tu pueblo hablan de ti junto a la muralla, y en las puertas de las casas, y se dicen en tono de mofa el uno al otro, el vecino a su vecino: ¡Ea!, vamos a oír qué dice el Señor por medio del profeta. 31 Y acuden a ti en gran cantidad, se sientan delante de ti los del pueblo mío, y escuchan tus palabras; pero no las ponen en práctica; porque ellos las convierten en asuntos de sus canciones, y su corazón corre tras de avaricia. 32 Y vienes tú a ser para ellos como una canción puesta en música, cantada con voz dulce y suave; ellos escuchan tus palabras, mas no las ponen en ejecución. 33 Pero cuando suceda lo que ha sido profetizado (y he aquí que llegará luego la noticia), entonces conocerán que ha habido un profeta entre ellos.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas