ME habló nuevamente el Señor, diciendo: 2 ¿Cómo es que entre vosotros, en tierra de Israel, habéis convertido en proverbio este dicho: Los padres comieron uvas agrias, y los hijos sufren la dentera?

3 Juro yo, dice el Señor Dios, que esta parábola no será ya más para vosotros un proverbio en Israel. 4 Porque todas las almas son mías; como es mía el alma del padre, lo es también la del hijo. El alma que pecare, ésa morirá. 5 Y si un hombre fuere justo, y viviere según derecho y justicia; 6 si no celebrare banquetes en los montes, ni levantare sus ojos hacia los ídolos de la casa de Israel; si no violare la mujer de su prójimo, ni se acercare a su propia mujer en el tiempo de su menstruación, 7 y no ofendiere a nadie; si volviere la prenda al deudor; si no tomare nada ajeno a la fuerza; si partiere su pan con el hambriento, y vistiere al desnudo;

8 si no prestare a usura, ni recibiere más de lo prestado, si no obrare la maldad, y sentenciare justamente sin distinción de personas; 9 si arreglare su proceder a mis mandamientos, y observare mis leyes para obrar rectamente, éste tal es varón justo, y tendrá vida verdadera y feliz, dice el Señor Dios.

10 Pero si él tiene un hijo, el cual sea ladrón y homicida, o cometa otras maldades; 11 y que lejos de hacer cosa buena, celebre banquetes en los montes de los ídolos, y viole la mujer de su prójimo; 12 ofenda al desvalido y al pobre, robe lo ajeno, no devuelva la prenda, levante sus ojos hacia los ídolos, cometa abominaciones; 13 dé a usura y reciba más de lo prestado: ¿Acaso ése vivirá? No vivirá. Habiendo hecho todas estas cosas tan detestables, morirá sin remedio: Su sangre caerá sobre él. 14 Y si éste tuviere un hijo, que viendo todos los pecados que su padre ha cometido entrare en temor, y no lo imitare en ellos; 15 si no celebrare banquetes en los montes, ni levantare sus ojos hacia los ídolos de la casa de Israel, y no violare la mujer de su prójimo; 16 si no ofendiere a nadie, ni retuviere la prenda, ni robare lo ajeno; si diere de su pan al hambriento, y vistiere al desnudo;

17 si no hiciere ningún agravio al pobre, ni recibiere usura, ni interés; si observare mis leyes, y anduviere según mis preceptos, éste no morirá por causa de la iniquidad de su padre, sino que vivirá felizmente. 18 Su padre, por haber sido un calumniador y opresor de su prójimo, y por haber obrado la maldad en medio de su pueblo, murió en pena de su iniquidad. 19 Y vosotros decís: ¿Por qué motivo no ha pagado el hijo la pena de la iniquidad de su padre? Por esto, porque el hijo ha obrado según la ley y según la justicia; él ha observado todos mis mandamientos, y los ha cumplido; y por lo mismo tendrá vida verdadera y feliz.

20 El alma que pecare, ésa morirá. No pagará el hijo la pena de la maldad de su padre, ni el padre la de la maldad de su hijo: La justicia del justo sobre él recaerá, y la impiedad del impío sobre el impío caerá.

21 Pero si el impío hiciere penitencia de todos los pecados que ha cometido, y observare todos mis preceptos, y obrare según derecho y justicia, tendrá vida verdadera, y no morirá. 22 De todas cuantas maldades haya él cometido, yo no me acordaré más; él hallará vida en la virtud que ha practicado. 23 ¿Acaso quiero yo la muerte del impío, dice el Señor Dios, y no antes bien que se convierta de su mal proceder, y viva?

24 Pero si el justo se desviare de su justicia, y cometiere la maldad según las abominaciones que suele hacer el impío, ¿por ventura tendrá él vida? Todas cuantas obras buenas había él hecho, se echarán en olvido; por la prevaricación en que ha caído y por el pecado que ha cometido, por eso morirá. 25 Y vosotros habéis dicho: La conducta que observa el Señor no es justa. Escuchad, pues, oh hijos de Israel: ¿Acaso es el proceder mío el que no es justo, y no son más bien perversos vuestros procederes?

26 Porque cuando el justo se desviare de su justicia y pecare, por ello morirá: Morirá por la injusticia que obró. 27 Y si el impío se apartare de la impiedad que obró, y procediere con rectitud y justicia, dará él mismo la vida a su alma; 28 porque si él entra otra vez en sí mismo, y se aparta de todas las iniquidades que ha cometido, tendrá verdadera vida y no morirá.

29 Y dicen los hijos de Israel: No es justa la conducta que tiene el Señor. ¿Acaso es la conducta mía la que no es justa, ¡oh casa de Israel!, y no son antes bien depravados vuestros procederes? 30 Por tanto, yo juzgaré, dice el Señor Dios, ¡oh casa de Israel!, a cada cual según sus obras. Convertíos y haced penitencia de todas vuestras maldades; y no serán éstas causa de vuestra perdición.

31 Arrojad lejos de vosotros todas vuestras prevaricaciones que habéis cometido, y formaos un corazón nuevo y un nuevo espíritu. ¿Y por qué has de morir, oh casa de Israel? 32 Y pues yo no deseo la muerte de aquel que muere, dice el Señor Dios, convertíos y viviréis.

Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas