¿QUÉ diremos, pues?; ¿habremos de permanecer en el pecado para dar motivo a que la gracia sea copiosa? 2 No lo permita Dios. Porque estando ya muertos al pecado, ¿cómo hemos de vivir aún en él?

3 ¿No sabéis que cuantos hemos sido bautizados en Jesucristo, lo hemos sido con la representación y en virtud de su muerte?

4 En efecto, en el bautismo hemos quedado sepultados con él muriendo al pecado, a fin de que así como Cristo resucitó de muerte a vida para gloria del Padre, así también procedamos nosotros con nuevo tenor de vida.

5 Que si hemos sido injertados con él por medio de la representación de su muerte, igualmente lo hemos de ser representando su resurrección , 6 haciéndonos cargo que nuestro hombre viejo fue crucificado con él, para que sea destruido en nosotros el cuerpo del pecado, y ya no sirvamos más al pecado. 7 Pues quien ha muerto de esta manera, queda ya justificado del pecado. 8 Y si nosotros hemos muerto con Cristo , creemos firmemente que viviremos también con él, 9 sabiendo que Cristo resucitado de entre los muertos no muere ya otra vez; y que la muerte no tendrá ya dominio sobre él. 10 Porque en cuanto al haber muerto, como fue por destruir el pecado, murió una sola vez; mas en cuanto al vivir, vive para Dios, y es inmortal. 11 Así ni más ni menos vosotros considerad también que realmente estáis muertos al pecado por el bautismo , y que vivís ya para Dios en Jesucristo Señor nuestro.

12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que obedezcáis a sus concupiscencias.

13 Ni tampoco abandonéis más vuestro cuerpo al pecado para servir de instrumentos a la iniquidad; sino antes bien entregaos todos a Dios, como resucitados de muerte a vida, y ofreced a Dios vuestros cuerpos para servir de instrumentos a la justicia o virtud.

14 Porque el pecado no se enseñoreará ya de vosotros, si no queréis; pues no estáis bajo el dominio de la ley, sino de la gracia. 15 ¿Mas qué?, ¿pecaremos, ya que no estamos sujetos a la ley, sino a la gracia? No lo permita Dios. 16 ¿No sabéis que si os ofrecéis por esclavo de alguno para obedecer a su imperio, por el mismo hecho quedáis esclavos de aquél a quien obedecéis, bien sea del pecado para recibir la muerte, bien sea de la obediencia a la fe para recibir la justicia o vida del alma?

17 Pero, gracias a Dios, vosotros, aunque fuisteis siervos del pecado, habéis obedecido de corazón la doctrina de la buena nueva y según su modelo habéis sido formados de nuevo. 18 Con lo que, libertados de la esclavitud del pecado, habéis venido a ser siervos de la justicia o santidad. 19 Voy a decir una cosa, hablando a lo humano, en atención a la flaqueza de vuestra carne; y es, que así como habéis empleado vuestro cuerpo en servir a la impureza y a la injusticia para cometer la iniquidad, así ahora lo empleéis en servir a la justicia para santificaros. 20 Porque cuando erais esclavos del pecado, estuvisteis como exentos del imperio de la justi-cia.

21 Mas ¿y qué frutos sacasteis entonces de aquellos desórdenes de que ahora os avergonzáis? En verdad que la muerte es el fin a que condu-cen. 22 Por el contrario, ahora habiendo quedado libres del pecado, y hechos siervos de Dios, cogéis por fruto vuestro la santificación, y por fin la vida eterna. 23 Porque el estipendio y paga del pecado es la muerte; pero la vida eterna es una gracia de Dios por Jesucristo nuestro Señor.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas